El de la Ribeira Sacra es uno de los paisajes vinícolas más emocionantes que pueden contemplarse en este vasto y sufrido planeta: en los márgenes de los ríos Sil y Miño, la orografía se quiebra formando cañones de dramática y conmovedora belleza.
Para cultivar la vid en estas vertiginosas laderas, los viticultores de esta comarca gallega han tenido que extremar históricamente su ingenio y esfuerzo, distribuyendo las viñas en bancales y terrazas que parecen desafiar la ley de gravedad, ya que las pendientes tienen inclinaciones abismales, con pendientes de hasta 80%.
Las singulares condiciones de este escenario natural suponen un desafío, al borde de lo imposible, cuando llega el momento de la vendimia: para recoger el fruto de un año de trabajo, los viticultores deben echarse los cestos de uvas al hombro y trasladarlas monte arriba (o monte abajo), extremando la cautela para no despeñarse. Debido a ello, en el año 2011 la D.O. Ribeira Sacra ha sido reconocida con el sello de «viticultura heroica» por CERVIM, organismo internacional que difunde los valores de la viticultura de montaña.
Desde 1958, Adegas Moure es unos de los protagonistas más destacados en el desarrollo vinícola de esta zona, que durante décadas fue eclipsada por otras D.O. gallegas con mayor renombre –como Rías Baixas, Ribeiro o Valdeorras– pero que en los últimos años se ha convertido en un territorio predilecto para los amantes de los vinos auténticos y singulares. Especialmente en el universo de los tintos: gracias al carácter de sus uvas autóctonas, la composición de sus suelos –con altos porcentajes de pizarras y esquisto– y la influencia oceánica, los tintos de la Ribeira Sacra lucen un perfil fresco, fragante y vivaz, muy diferenciado del arquetipo español, dominado por la potencia y la concentración.
Pues bien: seis décadas después de su fundación, la bodega de la familia Moure –conocida sobre todo por la marca Abadía da Cova– ha dado un giro valiente a su trayectoria, dando paso a la nueva generación –representada por Paloma y Adrián Rodríguez y José Moure– y fichando a un enólogo inquieto e inspirado, Nacho Álvarez. Entre todos han puesto patas arriba la gama de vinos de la casa, con un buen número de novedades y vinificaciones experimentales.
Junto a los ¡tres! nuevos rosados –monovarietales de las autóctonas mencía, caiño y merenzao– y un sorprendente blanco de loureira, entre estas novedades destaca también el tinto que aquí nos ocupa: Abadía da Cova Ecolóxico 2018, elaborado a partir de cepas de mencía plantadas en suelos graníticos y pizarrosos, que prescinde del roble y cualquier tipo de intervención para ofrecer el carácter más puro y natural de este raro y bello paisaje: fruta rotunda, sensuales violetas, acerados acentos minerales, generosa acidez, nervio y profundidad. Un tinto joven, arrebatador y ecológico.
Que el dios Baco bendiga a la Ribeira Sacra. Y a los jóvenes viticultores de la familia Moure.
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