Alma de Contador 2020, el nuevo tinto de Benjamín Romeo, tiene todas las cartas para convertirse en vino de culto para los amantes de Rioja.
Aunque probablemente no será tan sencillo hacerse con una botella en España. Porque toda su producción se comercializará en Burdeos. Más precisamente, en el ámbito de La Place de Bordeaux.
De esta manera, la novedad que presenta Contador tiene el mérito ser uno de los primeros vinos riojanos –y españoles– que se introducen el exclusivo y complejo sistema de comercialización concebido para los vinos bordeleses y que solo en los últimos años ha abierto sus puertas a bodegas y viticultores de otros orígenes (esencialmente de las distintas zonas vinícolas de Francia, además de algunos productores de prestigio de Italia, España, Portugal, Australia y otros países).
Para entender la relevancia de La Place de Bordeaux, alcanza con saber que sus orígenes se remontan a 800 años atrás y concentra un mercado en el que se desenvuelven más de 300 négociants y compradores de 170 países.
Se preguntará el lector curioso –y el enómano ávido– cómo es que el bueno de Romeo ha decidido destinar su vino a este mercado y no darle salida en sus circuitos de distribución habitual. Intentaremos explicarlo.
La oportunidad de estar presente en La Place de Bordeaux es un honor que solo han tenido –y en tiempos recientes– contadas bodegas riojanas (Telmo Rodríguez, Marqués de Riscal, CVNE). Pero en el caso de Contador, cuando la ocasión se ha presentado, su mentor ha querido aprovecharla de otra manera. Acorde a su peculiar estilo. «Si entraba en La Place de Bordeaux tenía que hacerlo con un vino diferente, único, elaborado con libertad, con el que me sintiera identificado», confiesa Romeo sobre el proceso que le llevó a concebir Alma de Contador. Y añade «Incluso antes de iniciar los contactos con los négociants de Burdeos, tenía la intención de crear un nuevo tinto que reflejara la esencia de nuestro pueblo, San Vicente de la Sonsierra, toda su magia y potencial vinícola».
Benjamín Romeo nació en San Vicente de la Sonsierra y es heredero de una larga tradición vinícola. Hijo, nieto y bisnieto de viticultores, su familia ha cultivado la viña desde hace muchas generaciones, con una fuerte raigambre en un territorio privilegiado para la elaboración de vinos de calidad, como es el entorno de San Vicente. Una de las obsesiones de Benjamín ha sido preservar ese legado, manteniendo el ADN de sus viñas, realizando siempre una selección masal de las vides originales de la familia, tanto en las parcelas replantadas como en las de nueva adquisición, realizando injertos in situ todas las veces que ha sido posible.
Viticultor de raza y fiel a unos principios de calidad intransigentes, Romeo fue el primer miembro de su familia en firmar sus propios vinos. Inició su proyecto como viñador independiente en 1995, primero en un modesto garaje y a partir de 2008 en una bodega modélica, por sus criterios de funcionalidad e integración en el paisaje.
Con una personal perspectiva, este viticultor ha sabido exprimir el potencial de las más de 70 parcelas que Contador atesora en el entorno de San Vicente de la Sonsierra, un escenario privilegiado que le ha permitido situarse en la elite vinícola mundial, con reconocimientos tan significativos como los 100 puntos Parker obtenidos en dos añadas consecutivas (2004 y 2005) de su cuvée estelar, el tinto Contador.
Alma de Contador, justamente, nace con la intención de poner en relieve la riqueza de San Vicente de la Sonsierra como territorio de origen de los mejores vinos de Rioja. «Con este vino quiero expresar el alma de nuestro entorno. Buscando un equilibrio entre lo que pueden ofrecer diferentes parcelas, cada una con sus propias características de altitud, suelo, microclima y orientación. Considerando también las condiciones de cada año climático», detalla Benjamín Romeo.
En busca de esta «interpretación» de la esencia del territorio de San Vicente de la Sonsierra, para la primera añada (2020) de Alma de Contador, Romeo escogió racimos de tres parcelas: La Viña de Andrés –plantada por su padre hace 45 años, con ayuda de Benjamín– justo en el meandro del río Ebro, a 420 metros de altitud, mediante injertos de los tempranillos más antiguos de la familia–; El Bombón –situada en un llano con ligeras pendientes de orientación sur, a 530 metros, una viña que se cultiva desde la década de 1950 e injertada con vides centenarias, de la variedad tempranillo–; y Diasol, asentada sobre una ladera con orientación Norte, a 620 metros sobre el nivel del mar, con vides de 35 años de poca producción, injertadas con clones de tempranillo y garnacha de viñas viejas.
La asociación de estas parcelas y los rasgos que determinan una añada húmeda, como 2020 –con índices de temperatura y precipitaciones superiores a las medias registradas ese mismo año en La Rioja– redundan en un tinto muy fino, de notable expresión frutal, equilibrado y elegante que –tras 20 meses de crianza en barricas nuevas de roble francés– se encuentra en un formidable momento para el pleno disfrute. Aunque sin duda también es apto para una larga guarda. El propio Benjamín, siempre exigente con la calidad de sus propios vinos, se atreve a decir que Alma 2020 le «recuerda a las primeras añadas de Contador».
Habrá que ver cuántas botellas –de las 10.000 que componen la producción de esta primera añada– destinan los négociants de La Place de Bordeaux al mercado español. Que el dios Baco nos ampare.
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