Aquellos que ya se han hastiado de los vinos densos y contundentes, muchas veces planos y casi siempre arrogantes en su discurso alcohólico, tienen en este sencillo blanco portugués una mina de oro.
Para dejar tentarse por él, casi mejor no detenerse en su condición de vinho verde. Que nada tiene que ver con el color, más vale aclararlo: se llama así a los vinos (blancos y tintos, que también los hay) producidos a lo largo de la Costa Verde portuguesa, allá por la provincia de Minho, que también se asocian al verdor porque históricamente se han elaborado a partir de uvas que no han alcanzado su plena madurez; por tanto, son generosos en acidez y modestos en contenido alcohólico.
Volviendo al blanco que aquí nos ocupa, insisto en que poco tiene que ver con esos vinhos verdes sencillitos, de escaso recorrido y a menudo tan desenfrenadamente ácidos que obligan a fruncir el ceño.
Para empezar, porque Aphros Loureiro es el más verde de todos los vinhos verdes. Y no por su color, reitero (ya me estoy poniendo pesado), sino porque es radicalmente ecológico. No podía ser de otra forma viniendo de un viticultor como Vasco Craft, un personaje sin parangón en el universo vinícola luso.
Valgan unas líneas para presentarlo y comprender por qué sus vinos son como son. Vasco pudo ser astrólogo, pero acabó de arquitecto. Y desde joven se hizo seguidor de la doctrina del doctor Rudolf Steiner, el padre de la biodinámica, que pregona la búsqueda del equilibrio entre la tierra, el hombre y los astros. Tras un insólito encuentro con un monje budista, Craft decidió reinventarse a sí mismo, convirtiéndose en viticultor. Con este fin recuperó Casal do Paço, una finca en la región del Vinho Verde que es propiedad de su familia desde el siglo XVII, que se encontraba en ruinoso estado. Allí fundó Aphros Wine, bodega que aplica rigurosamente las prácticas biodinámicas y la permacultura.
De las 20 hectáreas de viñedo que abarca esta propiedad, 14 están plantadas con vides de las uvas tradicionales en la zona: loureiro y vinhão; el resto se dedica a la recuperación de la flora y fauna del lugar.
Aunque también vale la pena probar el tinto de vinhão (llamada sousón en Galicia), hoy nos quedamos con el Aphros Loureiro 2013, un blanco de fina expresión mineral y cítrica, auténtico y pleno de carácter, que se bebe sin marearse: apenas 11,5º de volumen alcohólico.
La única pega es que puede resultar adictivo: quien se lo echa al buche, no tarda en repetir.
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