Atlántida 2016, el regreso de la olvidada vijiriega blanca

Al frente de su itinerante Compañía de Vinos del Atlántico, Alberto Orte y Patrick Mata se han confabulado, desde 2002, en desentrañar el singular encanto de los vinos peninsulares que miran hacia el océano, desde Galicia y el Douro portugués hasta las costas de Gibraltar.

Una vez embarcados en su aventura atlántica, estos inquietos viticultores han navegado a su antojo, guiados por una irreprimible curiosidad, visitando incluso regiones vinícolas que nada tienen que ver con el contexto oceánico que les ha inspirado: Yecla, Cuenca, Montsant, Penedès…

En cualquier caso, el criterio heterodoxo de su Compañía de Vinos no resta mérito a sus hallazgos, entre los que es obligado mencionar –y aplaudir– su apuesta por recuperar las variedades autóctonas del Marco de Jerez, defenestradas tras la epidemia de filoxera y la instauración de la palomino como uva dominante en el viñedo gaditano.

Elocuente ejemplo de esta iniciativa, que contribuye a preservar el patrimonio vinícola jerezano, es la Viña de San Cristóbal, en el pago de Añina, que tras seis años de trabajo cuenta con una selección de 21 variedades de uva y más de 200 clones varietales.

Del empeño en recuperar las variedades olvidadas surgen también dos de los vinos más notables de la Compañía de Vinos del Atlántico, los tintos Atlántida y Vara y Pulgar, elaborados al 100% con tintilla de Cádiz y pioneros en explorar el interesante potencial enológico de esta uva.

Aún más interesante es Atlántida Blanco 2016, que acaba de llegar al mercado como una inusitada revelación: es el primer vino gaditano que se elabora exclusivamente con uva vijiriega blanca desde finales del siglo XIX, cuando la epidemia de filoxera asoló los viñedos de la región.

La condición de vino renacido sin duda subraya el interés del nuevo Atlántida. Aunque no es su único atractivo, porque este blanco se disfruta con emoción incluso desconociendo su rara estirpe: elaborado con mimo artesanal y criado 18 meses en botas de roble y depósitos de acero inoxidable, es un vino de carácter, complejo y personal en su expresión aromática, con nítidos matices florales y minerales, voluminoso, fresco y persistente.

Una rara gema de los viñedos atlánticos que bien vale la pena probar.

 

Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

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