Con el lanzamiento de Beefeater Black el proceso de premiumización de la ginebra en España da una nueva vuelta de tuerca. Porque con este flamante destilado –que se presenta en este país por primera vez, antes que en el resto del mundo– los propietarios de la marca, Pernod Ricard pretenden ofrecer «una nueva experiencia» a los amantes de un clásico entre las ginebras, cuya concepción y equilibrio son prácticamente inmejorables.
Teniendo en cuenta que, además de su clásico London Dry Gin, Beefeater cuenta con una referencia diseñada para competir en la categoría Premium, Beefeater 24. ¿Qué sentido tiene entonces el lanzamiento de Beefeater Black? La respuesta la tienen los genios del marketing.
Desde este lado, solo diremos que la nueva Beefeater, concebida por el experimentado maestro destilador Desmond Payne y llamada «black» en homenaje a los black ravens –los cuervos, si– de la Torre de Londres, es también una ginebra perfectamente equilibrada (como no podía ser de otra manera viniendo de la mano del maestro Payne).
La diferencia sustancial respecto a la versión original reside en el añadido de dos botánicos, sobre los 9 que dice sumar el Beefeater London Dry Gin de toda la vida. Los nuevos son el tomillo, que aporta un matiz salino y otra dimensión aromática; y la verbena de limón, que añade notas de hierba fresca y un sutil acento cítrico.
Con todo ello, Beefeater Black es una ginebra magnífica, con ligeras diferencias respecto al modelo original, pero que, si se quiere, mejoran la «experiencia», como les gusta declamar a los embajadores de las marcas y a los genios del arte marquetiniano. Ahora bien: ¿es un producto Premium? El precio (17,99 euros) se antoja demasiado asequible para esa categoría. Pero el mundo Premium resulta tan confuso e inasible que todo lo admite. Desde un destilado hasta una pasta de dientes.
Como la sencilla ecuación demuestra que si todo es Premium nada lo es, lo mejor será, en este caso, abstraerse de esta absurda categorización y limitarse al disfrute de esta fantástica ginebra que, de momento, solo podemos beber en España. Y a un precio cojonudo. Todo hay que decirlo. Sin más compañía que un poco de hielo, piel de limón y agua tónica.
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