La marca es lo único que no es nuevo en la flamante añada 2014 de Bru de Gramona, que se ha reinventado a sí mismo para regocijo de los amantes de los deliciosos (y esquivos) pinot noir. Que cada día somos más en estas latitudes, donde siempre ha sido difícil encontrar un tinto que sea digno de esta variedad a los que los enófilos rinden culto, pero que lleva por el camino de la amargura a los viticultores que no tienen la suerte de tener sus viñedos en Borgoña o Champagne: uva delicada, no soporta bien el calor y tiene una aciaga facilidad para coger todo tipo de enfermedades.
De allí que sea una buena noticia el resurgir de este Bru, que con esta añada estrena diseño –limpio, conciso y atractivo: su etiqueta es una de las mejores que hemos visto entre las novedades recientes del vino español (que incluye al catalán, al menos de momento)– y también filosofía vinícola.
Acorde con el entusiasmo –y rigor, también– con el que la familia Gramona ha abrazado los principios de la biodinámica, Bru 2014 es uno de sus primeros vinos que completa todo su ciclo productivo en sintonía con los métodos que en los años 20 del pasado siglo elucubró Rudolf Steiner para promover una agricultura que preservara la armonía entre el suelo, los hombres y el cosmos.
Así, este tinto procede del privilegiado viñedo de Mas Escorpí, que desde hace unos años se cultiva prescindiendo de herbicidas, pesticidas y otros productos químicos y sólo se trata con infusiones, compost y otros preparados que los Gramona elaboran con plantas medicinales y excrementos de animales de su propia granja.
La certificación Demeter –la única que garantiza la aplicación de la biodinámica en productos agroalimentarios europeos– es, justamente, una de las novedades más relevantes que presenta Bru de Gramona 2014. Otra, la creación de una nueva colección dentro del amplio catálogo esta bodega, que sus propietarios han bautizado Infanterrible y a la que este Bru pertenece, junto a otros vinos de la casa elaborados a contracorriente, con variedades foráneas. Lo que confirma una paradoja igualmente terrible: lo que antes era norma, hoy es excepcional y revolucionario.
En cualquier caso, bienvenidos sean la biodinámica, las uvas foráneas, los niños terribles y el diseño exquisito si de lo que se trata es hacer del Bru de Gramona un vino tan singular como emocionante. Más concentrado, eso sí, que los soñados pinot borgoñones, pero no por eso menos fresco, complejo, evocador y sabroso.
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