La pinot noir es una de las uvas más anheladas por los viticultores del mundo, y también una de las que más dolores de cabeza provocan a quien se atreve a cultivarla fuera de su terruño original, Borgoña. Quienes lo han intentado saben bien que esta variedad no soporta bien los climas cálidos y exige una viticultura primorosa si con ella se pretende elaborar vinos de calidad.
Por eso, no deja de sorprender que algunos bodegueros españoles se empecinen en plantarla, incluso en territorios que suponen una garantía de fracaso. Los hay, también, que han podido obtener de la pinot noir vinos de calidad apreciable, casi siempre porque han elegido para esta variedad las cotas más altas. Ya se sabe, si la frescura es imposible por la latitud, se puede alcanzar por altitud.
Este es, justamente, el caso de los vinos de Dehesa de Cadozos, en Zamora, una propiedad imponente, de 1.300 hectáreas, donde tradicionalmente se explota el ganado vacuno y la caza. En 1999, Blanca Martín Berrocal, propietaria de esta gigantesca finca, se dejó tentar por los consejos de su amigo Carlos Falcó, marqués de Griñón –experto en convencer a los empresarios de distintos sectores a que se apunten a la producción vinícola– para que se atreviera a plantar pinot noir, además de la ubicua tempranillo (llamada aquí tinto fino).
Así es como, desde entonces Dehesa de Cadozos es también una propiedad vinícola, con seis hectáreas de viñedo (a 830 metros de altitud), que a partir del año 2003 ha dado a luz tintos singulares, dos de ellos combinando tinto fino y pinot noir, y un monovarietal de la uva borgoñona que sólo se produce en añadas de calidad excepcional.
El que aquí nos ocupa es Cadozos, el tinto emblemático de la bodega, que incorpora un 20% de pinot. Suficiente para marcar la diferencia respecto a la mayor parte de los tintos castellanos, porque esta variedad aporta una fragante frescura y notas de fruta negra muy características. Asociada a la tinto fino y criada en barricas de roble francés, la pinot zamorana también apunta una buena longevidad, ya que la añada 2005 se encuentra ahora mismo en un magnífico estado de forma, con buena complejidad y estructura pero también con una vivacidad propia de vinos más jóvenes.
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