El potencial los mejores viñedos de Alicante y las comarcas más privilegiadas de Valencia, Utiel y Requena no son novedad: con el impulso de las últimas generaciones de viticultores y enólogos, las distintas zonas que conforman la geografía del vino valenciano, han definido su identidad al mismo tiempo que incrementado la calidad de sus vinos dando pasos de gigante, en apenas tres o cuatro lustros.
Pero aún son muchos los aficionados que no conocen sus vinos más singulares y específicos, más allá de aquellos que se elaboran con las variedades emblemáticas de las respectivas comarcas.
Ya se sabe: en la Marina alicantina, los blancos de moscatel; en los viñedos interiores y más elevados de la misma provincia, los tintos de monastrell; en Utiel-Requena, los tintos de bobal…
Pero el catálogo varietal de la Comunidad Valenciana es bastante más amplio, tanto en lo que respecta a uvas foráneas bien adaptadas a las condiciones de suelo y clima locales, como a variedades autóctonas.
Es en este último capítulo donde las bodegas valencianas más inquietas están trabajando, rescatando del olvido variedades tradicionales que han sido largamente marginadas, para recuperar un patrimonio vitícola histórico que contribuye a consolidar los rasgos identitarios de una región que hasta hace poco era considerada como una factoría de vinos mediocres destinados a los supermercados.
Si con Finca Calvestra, Bodegas Mustiguillo despertó nuestra pasión por la blanca merseguera –modesta variedad levantina que nunca había dado lugar a un vino tan rotundo como el que nace en las viñas que cultiva Toni Sarrión en la cotas más altas de Requena, a 900 metros sobre el nivel del mar– y con la tinta mandó Celler del Roure pergeña vinos singulares de perfil diferenciado y muy distintivo, como Vermell, Parotet o Safrà, asociando esta uva a otras –mas o menos conocidas, como la garnacha tintorera o arcos–, siempre vinificando y criando en antiguas tinajas en su bodega de Moixent.
También llega de Moixent CorSalvatge 2020, la novedad que aquí nos ocupa, blanco de variedad verdil que presenta Clos Cor Ví, el más radical de cuantos hemos probado de la bodega de Luis Corbí.
Vinificado con una filosofía poco intervencionista, preservando las pieles de la uva durante 15 días, fermentó espontáneamente con sus propias levaduras y se crío 4 meses en barricas de 500 litros.
Cítrico, fino, floral, con delicadas notas anisadas y especiadas y un paso por boca pleno, donde apunta buena estructura y una ligera tanicidad, además de equilibrada acidez y notable persistencia, CorSalvatge 2020 es un verdil inusitado, que conduce a esta variedad a un territorio donde nunca estuvo: el de los vinos blancos más singulares y exóticos.
Este vino de corazón salvaje tiene otra particularidad: es una edición de añada única. Apenas 2.000 botellas que jamás se repetirán.
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