La bodega más antigua de Lanzarote presenta el vino que resulta de la vendimia más temprana de Europa, realizada el pasado 6 de abril: El Grifo Vendimia de Invierno 2022.
En este raro año 2022, como consecuencia del cambio climático, fueron muchas las regiones vinícolas de Europa que se vieron obligadas a adelantar el momento de la vendimia, con desiguales consecuencias, que ya apreciaremos en la calidad de los vinos futuros.
Pero lo de El Grifo en Lanzarote es otra cosa. Y no solo porque las condiciones geoclimáticas de las islas Canarias poco tienen que ver con las de las zonas de la Europa continental donde se cultiva la vid. La decisión de adelantar la vendimia al 6 de abril para elaborar el vino que hoy llega a nuestras manos –Vendimia de Invierno 2022– tiene que ver con la voluntad de poner en práctica una experiencia audaz: invertir el ciclo natural de la vid para vendimiar en el mismo período en el que la uva se recoge en el hemisferio sur.
El proyecto de esta «vendimia invernal» nació tras la iniciativa de Francisco Raimundo, uno de los 170 viticultores que colaboran con El Grifo, aportando el fruto de sus vendimias para la elaboración de los vinos de la bodega más conocida y antigua de la isla (fundada en 1775). Raimundo intuía que su su finca Playa Quemada, situada en el término municipal de Yaiza –en las cotas más bajas de Lanzarote– reunía las condiciones idóneas para cambiar el ciclo de la vid. En esta zona, efectivamente, las variaciones térmicas son muy leves durante todo el año, por lo que el viticultor estimaba que, invirtiendo los procesos naturales de vid, se podría cosechar la uva entre los meses de marzo y abril.
Aunque no faltaron quienes tildaron de «locura» el proyecto de la Vendimia de Invierno, en octubre de 2021 se puso en marcha el proceso de esta investigación pionera, en la que participaron Jorge Rodríguez (enólogo de El Grifo) y su asesor Xabier Kamio. El 6 de abril de 2022, las 2.140 plantas del viñedo de Playa Quemada presentaban los racimos de malvasía volcánica con los índices de maduración óptimos para concretar la vendimia.
De esta experiencia han resultado 3.600 botellas de un blanco de nítido carácter varietal y marcado perfil atlántico. No por otra cosa, el océano se encuentra a menos de 2.000 metros de distancia. Se trata de una expresión seca y elegante de la malvasía, con los rasgos propios del terruño volcánico de Lanzarote: notas de azahar, sutiles recuerdos de melocotón y finos apuntes minerales; en el paladar, se muestra como un vino amplio, con un rico apunte salino y excelente persistencia.
Un vino sabroso, agradable y –qué remedio– escaso, que también abre las puertas a otra perspectiva para las regiones vinícolas fronterizas. Entre el sur y el norte: Lanzarote.
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