Fillaboa Selección Finca Monte Alto 2018, la plenitud del albariño
Sometidos (voluntariamente) a un avasallador bombardeo de novedades vinícolas, los que procuramos informar a los aficionados acerca de la actualidad de esta bebida, en el mundo y España, apenas damos abasto para descorchar todo lo que desfila delante de nuestras narices y destacar aquellas referencias que más merecen la atención, recomendando, entre lo bueno, lo mejor, a los sedientos lectores.
Como en tantos otros ámbitos, en la comunicación del vino también se impone la obsesión por lo nuevo. Entre los que informamos, hay un impulso que nos lleva a priorizar la novedad: la marca recién llegada al mercado, una variedad de uva recuperada, una región vinícola aún desconocida… Y también, por supuesto, comentar la calidad de las añadas recién embotelladas. Todo forma parte del urgente relato de lo último, que lógicamente nadie aún pudo contar.
Pero sucede que no siempre lo más nuevo es lo mejor. En el vino, ya lo sabemos, la excelencia es una condición suele ir asociada al tiempo. De allí que en algunas regiones productoras, ciertas tipologías, determinadas variedades y también en el caso de marcas concretas, para encontrar los mejores vinos hay que entender la pausa, olvidarse de la empeño por la novedad y buscar añadas longevas, en las que la evolución ejerza su fascinante efecto.
Pero todo esto no viene a cuento de los tintos de larga guarda, porque sería una obviedad. Menos habitual es apostar por un albariño de dos añadas atrás como el que aquí nos ocupa, Selección Finca Monte Alto 2018.
Como advertimos, no es novedad. En una referencia bien asentada en la gama de una de las bodegas más conocidas de la D.O. Rias Baixas, Fillaboa. Nace de las cepas de albariño que crecen en su pago más emblemático, Monte Alto, que asciende desde el río Miño, en una ladera que se eleva hasta 150 metros hasta el corazón de esta fabulosa propiedad de la familia Masaveu, que se extiende por 74 hectáreas en Salvaterra do Miño y forma parte de la asociación Grandes Pagos de España.
Además de la excelencia de la materia prima, este sensual albariño de pago, del que se producen unas 14.000 botellas –no es más exclusivo de la bodega: la joya de la corona es La Fillaboa 1898– tiene la particularidad de permanecer un mínimo de 12 meses en depósitos de acero inoxidable sobre lías finas, antes de su embotellado, que se realiza luego en pequeñas partidas, bajo demanda. He aquí el quid de la complejidad, frescura, intensidad aromática y gloriosa textura de un vino que evidentemente ha nacido para dar lugar grandes blancos, mucho más notables que los albariños del año que estamos acostumbrados a beber. Quien encuentre, incluso, una botella de añada anterior, que le eche el lazo y compruebe lo inmenso que es Finca Monte Alto y su gran potencial de evolución en botella.