En el universo de las bebidas espirituosas, la sorpresa siempre está asegurada. Y así es como, después de probar tropecientas ginebras de nueva generación –todas ellas autocatalogadas como Superpremium– volvemos la mirada, y el paladar, a una de las marcas icónicas, Beefeater, que acaba de rescatar del olvido Crown Jewel. Una auténtica joya liquida.
Crown Jewel fue originalmente lanzada al mercado por Beefeater en 1993. Concebida con el asesoramiento de los mejores bartenders de la época, esta ginebra sensacional condensa el espíritu clásico propio de esta marca, con el equilibrio del conjunto de botánicos seleccionados, aunque con una mayor profundidad en las sensaciones –lo que seguramente tiene que ver con su elevado grado alcohólico, inusitado para un Dry Gin: 50º– y un punto fragante y original que aporta un ingrediente botánico poco habitual en la composición de las ginebras de corte más clásico: piel de pomelo.
Así, Beefaeter Crown Jewel integra en su fórmula 10 botánicos, en un prodigioso ejercicio de equilibro aromático y gustativo: el imprescindible enebro –que no puede faltar en este género de bebidas destiladas–; piel de limón –que aporta un cariz fresco y punzante–; piel de naranjas de Sevilla –con su consecuente punto amargo–; almendras –matiz especiado sutil y amable–; semillas de cilantro –un apunte exótico e intenso–; raíz de angélica –con acentos de madera y cítricos, incluso ligeramente picantes–; semilla de angélica –con una gran potencia aromática–; raíz de lirio –un apunte floral muy rico e intenso– y raíz de regaliz –con recuerdos especiados agridulces–, amén de susodicho pomelo, que aporta su piel a esta virtuosa fórmula.
Con este prodigioso equilibrio –y este notable grado alcohólico–, Beefeater Crown Jewel es una ginebra apta para cualquier tipo de aventuras mixológicas. Aunque la mejor manera de apreciarla sea seguramente en un austero dry martini, como elaborado con la precisión que sugiere el maestro Alessandro Palazzi en su receta del Ultimate Martini.
Un elixir para disfrutar a lo grande y beber, eso sí, con precaución. Ya se sabe, que en caso de los martinis, uno es poco y tres son demasiados…
La nueva botella, por cierto, evoca una preciada joya que encarna el espíritu atemporal de Londres, metrópoli en la que la marca se asienta desde 1820. La joya en cuestión, querrán saber los forofos de estos estéticos detalles, se conserva en la Torre de Londres.
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