Parece que por fin el vino español comienza a sacudirse su sempiterno –y aburridísimo– empaque para ofrecer nuevas etiquetas donde no falta el humor, la reivindicación e incluso la rebelión contra las reglas de juego que nos vienen dadas y que tan poco nos gustan.
Buen ejemplo de ello es este Gran Cerdo, un tinto riojano de espíritu tan insurrecto que incluso se desmarca de las imposiciones que imponen las inmovilistas denominaciones de origen para llegar al mercado como un humilde Vino de Mesa.
Aunque, desde luego, este pequeño gran vino no tiene nada de sencillo. Para empezar, su nombre es un ajuste de cuentas que apunta a los bancos que deniegan créditos a las bodegas con perversos argumentos. Así lo explica la contraetiqueta:
“Gran Cerdo es un gran vino dedicado a los directores de banco que nos negaron préstamos aduciendo que el vino no era un bien embargable. Corpulentos, sudorosos y trajeados personajes, algún día descubriréis que las cosas más importantes de la vida no se pueden embargar. Gracias a los amigos, pues con su ayuda conseguimos al fin hacer el embotellado. Ahora puedes disfrutar de nuestra criatura más ácida, pruébalo con pasta o jamón, de cerdo.”
Amén de su valor como arma arrojadiza, Gran Cerdo es también un vino muy interesante, elaborado por un enólogo inquieto de nombre redundante, Gonzalo Gonzalo, que muestra así su singular perspectiva sobre los tintos jóvenes. Para privilegiar la acidez, la frescura y el carácter frutal, Gonzalo apuesta por la vinificación en lagares de cemento, el pisado tradicional –con los pies claro– y conserva el vino un año en depósitos subterráneos para salir al mercado un año después que el resto de los tintos jóvenes riojanos. Este último es un dato que al consumidor se le puede escapar, ya que, acorde a su categoría de Vino de Mesa, Gran Cerdo no indica la añada en la etiqueta.
Hay que conocer al irreverente Gonzalo para saber que Gran Cerdo no es la única locura que se ha sacado de la chistera. En su trayectoria hay también un blanco riojano seco elaborado con uvas afectadas por la botrytis, o podredumbre noble, y un proyecto de bodega que involucra catadores invidentes.
Sin embargo, Gran Cerdo es probablemente el vino que le ha dado más presencia en bares, restaurantes y tiendas. Aquellos que cuentan con clientes desprejuiciados que pasan por alto la condición de Vino de Mesa para disfrutar de un tinto seductor, con cierta ligereza, pero mucho carácter, que pone el énfasis en los matices frutales y terrosos y en una boca fresca, que invita a repetir el trago. Y que además tiene un precio imbatible.
Todos estos felices bebedores de Gran Cerdo quizás dediquen también, copa en mano, algún pensamiento a los directores de los bancos.
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