Hidromiel Moncalvillo Meadery nº3 . ¿Y qué es eso se preguntarán algunos? El hidromiel resulta de la fermentación de miel diluida en agua y su consumo se extendió antiguamente en culturas muy diversas: si los mayas daban al balché un uso ceremonial en sus liturgias religiosas –en las que mezclaban miel y agua con raíz del árbol del balché–, los romanos endulzaban su aqua mulsum con zumo de uva, mientras que los vikingos por lo visto se embriagaban con su hidromiel a palo seco, sin más excusas ni prolegómenos.
Quizás en Europa y el resto del mundo seguiríamos bebiendo hidromiel más que ninguna otra cosa si el cultivo de la vid no se hubiera extendido por obra de las huestes romanas, primero, y los monjes medievales, después.
De allí que resulte paradójico que sea justamente Rioja –un territorio eminentemente vinícola– el escenario donde resurja esta antigua y casi olvidada bebida fermentada.
Y puede sorprender aún más que quienes se hayan interesado entre otros por la recuperación del hidromiel sean la familia Echapresto, bien conocida por su promoción y buen conocimiento de la cultura gastronómica y vinícola riojana, propietaria del restaurante Venta Moncalvillo en Daroca de Rioja.
Carlos Echapresto, sumiller del restaurante, explica que llevan ya cuatro años preparando el lanzamiento de la bodega consagrada a la gama de hidromiel, Moncalvillo Meadery.
«Empezamos en 2018, en una zona de montaña que no es precisamente vinícola. Queremos mostrar que Rioja es más que vinos, reivindicar el valor gastronómico de una bebida milenaria que se produce con recursos naturales (agua y miel) y que se elabora en un entorno rural como el nuestro, porque nosotros seguimos apostando por la vida en los pueblos, con proyectos que pongan en valor su cultura y ayuden a asentar población«.
Trabajando con su hijo Ismael Echapresto en labores de campo y el enólogo Sergio Sáenz, Carlos ha establecido panales en diferentes terruños, a alturas diversas, en contextos naturales contrastados, para conseguir así tener mieles de composiciones variadas y obtener un abastecimiento regular durante todo el año.
Moncalvillo Meadery, que cuenta con una pequeña bodega en pueblo de Daroca y envejece sus hidromieles en barrica, acaba de presentar su primera añada (2019), con una producción de 5000 botellas de 37,5 cl, aunque espera llegar a las 20000 en cuatro años.
La gama inicial está compuesta por cinco referencias, todas ellas con una desarrollo organoléptico muy vinícola.
«Queremos comunicar que son vinos de miel –explica Carlos– y que resultan complementarios a los vinos de uva, sobre todo para afrontar armonías complicadas, como vinagres, ciertas verduras, escabeches…».
La gama distingue los hidromieles que proceden de Alta Montaña (el entorno del pueblo de Quel) de los de Baja Montaña (Daroca de Rioja), también los secos (nº 1, 3) y dulces (2,4) y el 5 (dulce y macerado con nueces).
Aunque ciertamente todos son muy interesantes, aquí destacamos por su mayor complejidad y singularidad el nº3, procedente de mieles de brezo y calluna de Alta Montaña (entre 730 y 1140 metros de altitud), que se sometió a una fermentación de 35 días y se crió en barrica durante 12 meses.
Hidromiel de color cobrizo, puede semejar un oloroso seco, con un fondo de meloso que recuerda a un buen single malt y un matiz de umami.
Un acompañante magnífico para escabeches de caza, ahumados cocinas orientales especiadas. Y una gran bebida para incorporar al bar de los bebedores curiosos.
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