Javier Sanz es un viticultor diferenciado en el contexto de Rueda, que entre otras recupera variedades olvidadas como la bruñal, con la que elabora este tinto fragante, carnoso y de singular expresión. Una deliciosa revelación en una comarca donde reinan vinos blancos de uva verdejo.
Asentada en La Seca –uno de los terruños más preciados de Rueda, en la ribera izquierda del río Duero– la bodega de Javier Sanz cuenta con varios rasgos distintivos que le convierten en uno de los proyectos más destacados de su comarca.
Las 104 hectáreas de viñedo en propiedad son sin duda en uno elementos más notables de este proyecto, con algunas parcelas especialmente notables como las que conforman el Pago El Saltamontes, con viñas prefiloxéricas: 2,27 ha registradas en 1863. De este singularísimo viñedo nace el verdejo V1863, criado nueve meses sobre lías.
Igualmente interesante es el verdejo malcorta, nacido de un clon prácticamente extinguido de la célebre uva blanca de Rueda, cuyo cultivo los viticultores de la zona abandonaron por la dificultad de su vendimia. Pero que Javier Sanz se empeñó en rescatar, convencido de que la fresca acidez cítrica de la Malcorta sería un valioso aporte en tiempos de calentamiento climático, especialmente en una zona como esta región castellana, donde la bajos índices de acidez son una carencia cada vez más importante. Con este raro clon recuperado, Sanz elabora un blanco de carácter rotundo V Malcorta.
Pero el inquieto Javier Sanz, secundado por su equipo, no ceja en su voluntad de buscar otras variedades ancestrales olvidadas que puedan servir como respuesta a los nuevos desafíos que exige la coyuntura climática actual y futura, así como la necesidad de diferenciarse en un escenario vinícola tan transitado como es el de la D.O. Rueda.
Así, este viticultor de raza ha recuperado también la tinta bruñal, procedente del zona de los Arribes del Duero, con la que elabora el tinto que hoy aquí nos ocupa. Adaptada al viñedo de La Seca, esta uva ofrece un carácter fresco y fragante, con nítidos recuerdos de fruta roja, matices minerales y balsámicos, con el paso por el roble muy integrado (la crianza de 4 meses en barricas francesas prácticamente no se notan). Realmente, Sanz ha encontrado en esta uva una alternativa muy interesante a la tempranillo para elaborar tintos de calidad en esta zona de Valladolid. Y, desde luego, más original.
Aunque el viticultor de La Seca va aún más lejos, porque continúa investigando. En los últimos tiempos está realizando ensayos con otras dos variedades tintas ancestrales y muy minoritarias (cenicienta y verdejo negro) y otras dos blancas (castellana blanca y prieto picudo blanco), con resultado ciertamente ilusionante. Especialmente en el caso de la prieto picudo blanco y la verdejo negro, que pueden dar vinos de calidad notable en el futuro. Habrá que ser pacientes y estar atentos a lo que se trae entre manos Javier Sanz.
De momento, tenemos sus excelentes verdejos y su tinto de bruñal para disfrutar.
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