Siempre hay que estar atentos a la trayectoria de Benjamín Romeo, uno de los viticultores más íntegros que ha dado España en las últimas décadas.
Si en 2022, el mentor de Bodega Contador reunió en Madrid a un grupo de periodistas para celebrar los 25 años de su vino fundacional –La Cueva del Contador–, presentando, además de la que fuera entonces su añada más reciente (2019), algunas otras de calidad notable, amén de otros vinos de su producción: el célebre Contador, el blanco Qué bonito cacareaba, un tinto dulce en proceso de creación…
En síntesis, repasando la crónica de aquel encuentro, el viticultor riojano revisó públicamente su trayectoria dejando una vez más el listón de la calidad de sus vinos muy por encima de la media. Dijo, también, que La Cueva del Contador 2019, que ya superaba en finura y profundidad a las añadas que le precedieron, era «uno de los vinos con mejor relación calidad-precio del panorama español». Aunque ya se sabe que Romeo es un individuo que suelta frases como cuchillos y no tiene pelos en la lengua, en este caso no pretendió echar leña al fuego. Aunque el vino en cuestión no sea precisamente asequible y ronde los 80 euros. Lo cierto es que cada una de sus gotas está bien pagada.
Aquella sentencia de Benjamín Romeo adquiere actualidad con el lanzamiento de la última añada de La Cueva del Contador, 2022, cuya calidad, vale la pena decirlo, supera incluso a la del 2019. Y que cuelguen a este crítico, que se atreve a decir que puede competir incluso con alguna añada del monumental Contador. Porque La Cueva 2022 es un vino pleno de fruta, poliédrico, preciso, largo, afilado… lo tiene todo y se le vislumbra una larga vida por delante. Es sin duda la mejor «cueva» que ha parido Benjamín. Un artista del buen vino que tiene el talento y la inquietud para superarse a si mismo año tras año.
Quien quiera comprobarlo, que lo descorche en esta Nochevieja. Se le olvidarán las uvas. Y el vestido de la Pedroche, vaya.
Y me permito añadir, en favor de este viticultor de raza, que solo piensa en el vino. Reinvirtiendo cada euro en esta actividad que le apasiona y obsesiona.
Su último proyecto se focaliza en implantar el cultivo de viñedos en El Llano de la Madera, un paraje agreste localizado a 750 metros de altitud, en las cotas más elevadas del entorno de San Vicente de la Sonsierra, en busca de nuevas alternativas para afrontar el desafío del calentamiento global.
Se trata de área virgen para el cultivo de la vid, con suelos pobres y pedregosos de composición caliza donde no ha habido actividad agrícola, por lo que se encuentran limpios de tratamientos sistémicos.
El mentor de Contador ha adquirido 24 hectáreas en esta zona para iniciar un proyecto que no tiene parangón en el contexto riojano, con una visión de futuro y fundamentos sostenibles, en el que el componente biodinámico tiene gran relevancia.
Aún habrá que esperar varias añadas –quizás sea un blanco del 2027– para conocer el primer vino de El Llano de la Madera, pero está claro que Benjamín Romeo está volcado en este proyecto con toda su energía e ilusión. «Estoy convencido que hay que adelantarse al cambio climático. Por eso hemos venido a este terreno virgen donde nacerán los riojas del futuro», concluye el viticultor.
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