Entre los espumosos para celebrar la Nochevieja, Mas del Serral 2011 puede parecer una excepción. Porque es un vino especial, singularísimo. Pero hay ocasiones que bien lo merecen. Cuando se trata de pasar página, dar por concluido el ajado almanaque, echar el cierre a una historia finiquitada… O incluso desatascar las uvas que se han quedado atravesadas en el gaznate cuando estábamos pendientes –una vez más, vaya– de las 12 campanadas. Pero sobre todo este espumoso sublime es lo que cabe esperar cuando se trata de tener en la copa una bebida que esté a la altura en el momento de despedir un año y dar la bienvenida a otro. Con todo el valor simbólico que ello representa.
Bien es cierto que para una ocasión como esta las alternativas son numerosísimas. En el terreno de los vinos burbujeantes son incontables las referencias que pueden colmar la felicidad del bebedor más exigente a la hora del brindis de fin de año: champagnes de grandes maisons o pequeños vignerons de culto, cavas de parajes calificados, corpinnats firmados por familias de notable raigambre vinícola, fragantes pet-nat de espíritu radical, incluso espumosos de estirpe variopinta, con múltiples e insospechados orígenes en el viñedo global…
Pero Mas del Serral quizás sea el más singular, exótico y seductor que se nos antoja para recibir con los sentidos a flor de piel el 2023. Y no estamos exagerando. Ya en 2021, la añada 2009 de este espumoso excepcional que elabora Pepe Raventós a partir de las cepas de xarel.lo y bastard negre que crecen en la viña del Clos del Serral, en la Conca del Riu Anoia (Sant Sadurní d’Anoia, Penedès), fue seleccionado por la revista Decanter entre los 100 mejores vinos del mundo. Que lo ensalzó en estos términos: «un vino de terruño biodinámico top y una obra maestra. El vino espumoso español más refinado».
En la añada 2011, Mas del Serral apunta a las mismas cotas de calidad. Reflejo de los rasgos únicos del terruño del clos que esta propiedad, con un importante componente de fósiles marinos, expresa nítidos tonos salinos y minerales, que tras 100 meses de crianza en rima sobre lías aúna esos matices con acentos especiados, se manzana asada, fruta escarchada y sensaciones vinosas, dando paso a un paladar amplio, pleno, de gran complejidad y persistencia, sin perder vivacidad y frescura. Una maravilla.
Sin duda uno de los mejores espumosos de larga crianza del panorama nacional, un ejemplo más de magnífico trabajo que viene realizando Pepe Raventós en el capítulo de sus vinos más radicales, signados por los principios biodinámicos y la escasa intervención. Y un vino burbujeante perfecto para recibir el 2023 con las mejores sensaciones. ¡Salud y feliz año nuevo!
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