Aunque pueda resultar paradójico, uno de los méritos que hay que reconocer a los mentores de Pago de los Capellanes en ocasión del 25º aniversario de su bodega, referente de calidad en la Ribera del Duero, es su decidida apuesta por una zona vinícola tangencialmente opuesta a la comarca castellana donde han desarrollado su trayectoria.
Tras el esfuerzo de haber situado a Pago de los Capellanes en la elite de las bodegas de la D.O. Ribera del Duero, Paco Rodero y Conchita Villa podrían haberse dado por satisfechos con la media cualitativa de sus vinos, el prestigio alcanzado y la proyección internacional de su marca, pero la inquietud por involucrarse también en la elaboración de vinos blancos les condujo en 2014 a Galicia, donde emprendieron un nuevo proyecto en Valdeorras, donde la variedad godello ofrece magníficas condiciones para dar a luz blancos excepcionales.
El emprendimiento de los propietarios de Pago de los Capellanes en tierras gallegas no es el único que han impulsado en los últimos años bodegas y grupos castellanos y riojanos en el noroeste de la Península.
Pero sí uno de los han sido desarrollados con la discreción, el tiempo y el respeto que exige el vino y la adaptación a un nuevo entorno.
La nueva bodega, bautizada O Luar do Sil –en poética referencia al reflejo de la luna sobre las aguas del río Sil– se asentó en la villa de Seadur, en el corazón de Valdeorras. Y desde este punto inició un meticuloso trabajo de recuperación de pequeños viñedos viejos en suelos de pizarra y granito, el gran patrimonio vitícola de esta región interior, donde aún perviven el minifundio y el parcelamiento extremo de la viña.
Desde los inicios del proyecto, los vinos de O Luar do Sil han buscado la expresión más franca de su origen, con la frescura, pureza, el carácter mineral y los rasgos típicamente varietales de la godello en uno de sus terruños más idóneos, aunque también con la perspectiva de una bodega contemporánea. Son vinos fieles a su territorio, pero también son blancos modernos, a su manera. Y tienen la complejidad y la capacidad para evolucionar a través del tiempo que atesora la godello. No decepcionan: están a la altura de los antecedentes de sus mentores y la nobleza del terroir.
Pero ninguno de los habíamos probado hasta la fecha ha resultado tan notable como la cuvée que acaba de presentar la bodega: O Luar do Sil Vides do Córgomo 2019.
Blanco de producción minoritaria (3.144 botellas), atesora el carácter singular de un viñedo plantado en el entorno del pueblo de Córgomo, en laderas, sobre pizarras oscuras muy fragmentadas, que aportan al vino un matiz profundo, acerado y mineral, que se conjuga con elegancia con las notas de melocotón y flores amarillas propias de la godello.
El paso por boca es tenso, amplio y persistente, con recuerdos balsámicos en el final. Sin duda, el vino cumbre de O Luar de Sil. Que llega en el momento oportuno para brindar por los 25 años de Pago de los Capellanes.
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