El universo de los destilados tiene estas cosas: aún cuando las técnicas tradicionales parecen el camino más fiable en la búsqueda de la excelencia espirituosa, la innovación se presenta –en raras ocasiones, eso sí– como un atajo insospechado para alcanzar, por fin, la calidad más sublime.
Así lo ha demostrado recientemente Ron Barceló, la veterana compañía fundada en 1929 en la ciudad de Santo Domingo por el español Julián Barceló, y que hoy es un orgullo para toda la República Dominicana. Tras una dinámica trayectoria, la empresa parecía haber alcanzado su cénit cualitativo en 1980, con el lanzamiento del ron Barceló Imperial, la joya de la casa, que pronto se convirtió en buque insignia del ron dominicano y principal argumento de prestigio para una marca que ha conseguido posicionarse en el cuarto puesto del ranking mundial de los principales exportadores de ron.
Entre los asiduos consumidores de Barceló Imperial –que se reparten en 50 países del orbe, nada menos– pocos pensaban que llegarían a probar una versión aún más excelsa del emblemático destilado, catalogado por Beverage Institute of Chicago como "el mejor ron del mundo". Hasta que llegó Barceló Imperial Onyx, que riza el rizo para superar, con un místico malabar, a su predecesor.
El bendito Onyx, presentado en público en octubre de 2016, nace de la obsesión por mejorar lo inmejorable. Así lo confirman los responsables de la marca, que durante la presentación de este ron acertaron a decir: "La excelencia no es estática. Cuando se llega al máximo nivel siempre surge otro reto: encontrar nuevas expresiones. Así es como nace Barceló Imperial Onyx: un tesoro a prueba de fuego".
Lo del fuego viene a cuento porque uno de los hallazgos técnicos de Imperial Onyx es su crianza, que se extiende entre 8 y 10 años en barricas de roble americano y europeo, con el grado más elevado de tueste. De allí sin duda la contundencia de su carácter, robusto y estructurado, en el que destacan los matices especiados y tostados propios del prolongado contacto con la madera.
Pero sin duda el elemento más diferenciador de este ron es otro: la presencia de ónix, piedra semipreciosa que en muchas culturas tiene un contenido místico, como elemento protector y canalizador de sabiduría. Así, reposando sobre un lecho de estas bellas y oscuras gemas minerales antes del embotellado, Imperial Onyx alcanza una categoría jamás soñada por ron alguno: el de una verdadera joya, vehículo ya no sólo de placer, sino también de conocimiento espiritual. Eso sí: que nadie se exceda, porque cuando se trata de bebidas destiladas, el camino a la sabiduría es siempre la moderación.
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