En Cantabria hay muchas vacas, ya se sabe. Y por tanto, también mucha leche. Pero hasta hoy a nadie se le había ocurrido utilizar la nutritiva secreción de las glándulas mamarias de las abundantes reses para elaborar una bebida con la que regar una noche de juerga. Un vodka, por ejemplo.
De allí que la idea que un buen día tuvieron los jóvenes emprendedores Rubén Leivas y David Martínez sea genial: fermentar la lactosa –procedente de la leche, claro– para luego destilarla y obtener así una bebida espirituosa. Concretamente, el vodka Siderit, apellidado Lactée, por si aún subsisten dudas acerca de su origen.
La pintoresca historia del vodka de leche cántabro se quedaría en anécdota si sus mentores no se hubieran obsesionado, además, en obtener un destilado de gran calidad, capaz de triunfar en los certámenes espirituosos más calificados del mundo.
Y hete aquí lo mejor de este asunto, porque Leivas y Martínez lo han hecho tan bien que su vodka Siderit ha regresado del San Francisco World Spirit Competition 2014, el concurso internacional más prestigioso en materia de destilados, con una medalla de oro.
Para ello, tras desarrollar la mejor fórmula para fermentar la lactosa, establecieron una destilería en la localidad de Torrelavega, donde someten a su brebaje a cinco destilaciones y cuatro filtrados con materiales naturales (durante ¡24 horas!) para obtener el aguardiente, que rebajan con agua de manantial de Ortigosa del Monte –la de mineralización más débil de la península Ibérica–, y lo dejan reposar durante dos meses. Para rematar la faena, los cántabros visten su vodka con una botella de exquisito diseño, serigrafiada con un motivo que hace referencia a la vía láctea.
A estas alturas, sobra decir que el lechoso vodka es excelente, de aspecto cristalino, textura glicérica, bastante neutro aromáticamente y equilibrado y agradable en el paso por boca. Desde luego, no sabe ni huele a leche (si acaso, con un poco de imaginación, su aroma puede recordar vagamente al yogur).
Amén del innovador vodka lactée, Siderit produce una ginebra, Siderit Dry Gin, también excelente, que incorpora como novedad una infusión de té del puerto. Un toque muy cántabro, sin duda.
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