Tequila Don Nacho blanco, mejor sin Margarita

Ya lo sabemos: el vapuleado y ubicuo Margarita es el caballo de batalla que ha permitido al tequila conquistar el mundo. También hay otros cócteles que han contribuido a esta gesta –Tequila Sunrise, Bloody María, etc.– , pero ninguno ha conseguido vender tanto tequila, alegrar tantas fiestas y provocar tantas resacas como el famoso Margarita.

Alcanza con repasar la propia memoria alcohólica, activando el machacado disco duro neuronal, para igualarnos con los el resto de los margaritófilos del mundo y reconocer que en algún momento de debilidad –aquella noche de calor sofocante, sí– también nos hemos rendido ante una jarra del peligroso brebaje, que incita al trago fácil –más bien compulsivo– y desemboca en jaquecas monumentales.

Valga la oportunidad que me brinda este post para renegar públicamente, sino de todos, al menos de la gran mayoría (un 95%, digamos) de los Margaritas que han colonizado los bares del mundo, aniquilando pudores y diezmando neuronas a diestro y siniestro. Casi todos estos bebedizos son de catadura inmoral: están engendrados con tequilas de la peor estofa –aquellos de origen dudoso, que jamás han olido siquiera un rastro de verdadero agave–, concentrados artificiales de limón y otras frutas, y, por supuesto, toneladas de azúcar.

También hay buenos Margaritas, concebidos con dignas materias primas –empezando por un tequila como manda el dios Baco, 100% agave azul, y siempre blanco– por alquimistas con mano de mago, ergo bartenders. Pero son los menos.

En todo caso, lo que quiero proclamar en este Bar de Gastroactitud.com, es que el célebre Margarita, por muy bueno que sea, desmerece a los mejores tequilas. He llegado a esta conclusión tras encaramarme, sin red de protección, a las alturas de los mejores destilados del santo agave. En la cima de los milagrosos mezcales artesanos, desde luego, pero también en los tequilas más nobles. Y todos ellos resultan tan excelsos que resulta un pecado desvirtuarlos con zumos, melazas y otras sustancias.

Es el caso de este Don Nacho Blanco Extra Premium, un tequila finísimo que vale su peso en oro. No se arrepentirá quien sustraiga 50 euracos de la hucha y se haga con una botella de este noble elixir, de aspecto traslúcido e inofensivo, pero que seduce la pituitaria con delicados aromas de agave crudo, hierba fresca y matices cítricos. Y remata la faena con un paso por boca amable, intenso y equilibrado.

Lo que decía: Don Nacho Blanco es un tequila grande, que bien merece la degustación a palo seco. ¡Bye, bye, Margarita!

Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

La Suerte de Arrayán 2023, blanco de albillo real para beberse el paisaje toledano

Arrayán, bodega puntera en la DO Méntrida, renueva la imagen de su blanco de albillo…

7 días

Izadi El Regalo 2021, el Viñedo Singular riojano también puede ser blanco

Izadi presenta uno de los raros blancos calificados como Viñedo Singular en la DOCa. Rioja,…

3 semanas

Cartoixa Scala Dei 2019, el tinto emblemático de la bodega pionera del Priorat

Scala Dei, que en 1974 embotelló el primer vino certificado por la D.O. Priorat, celebra…

2 meses

Predicador 2022, el blanco riojano según Benjamín Romeo

Benjamín Romeo presenta la última añada de su blanco más joven y asequible, que aporta…

2 meses

Montesco Agua de Roca 2021, la revelación de los blancos argentinos

El inquieto Matías Michelini firma este vino afilado y singular, que pone en foco la…

3 meses

Cerro del Lobo 2020, la frescura de la syrah de Finca Río Negro

En uno de los escasos viñedos de Guadalajara, Finca Río Negro da a luz a…

3 meses