Los más perspicaces parroquianos de EL BAR se preguntarán por qué vuelvo a poner el foco en la edición especial del mítico Tío Pepe, que ya fue reseñada en Gastroactitud en julio del año pasado.
Pues bien: lo hago porque la nueva saca de este fino en rama, que acaba de salir al mercado, pone otra vez en evidencia la grandeza de Tío Pepe. Y, además, desde una nueva perspectiva. Porque, si bien se trata del mismo vino, lo cierto es que cada edición de este estratosférico fino en rama presenta nuevos matices.
Esto se debe a que las botas que atesoran las soleras fundacionales de Tío Pepe –Constancia y Rebollo– conservan vinos con características que los hacen sutilmente diferentes. Si bien en todas ellas se conserva el espíritu original del vino que ha dado fama González Byass en todo el mundo, la ubicación de cada solera en la sala de crianza, la porosidad que ha alcanzado la madera a través de los años y muchos otros detalles hacen que en la misma bodega convivan muchos tíos pepes distintos.
Sin duda, este es uno de los grandes encantos que distingue a Tío Pepe en rama: gracias a la selección que cada año realiza el maestro Antonio Flores, quienes estamos atentos a la saca anual podemos redescubrir este histórico vino una y otra vez, sorprendiéndonos ante colores, aromas y sabores insospechados, que sin duda se magnifican gracias a la sana costumbre que supone embotellar el fino en rama, es decir, directamente desde la bota, prescindiendo del filtrado y la estabilización que las bodegas de Jerez aplican a sus vinos más comerciales (o masivos, vaya).
La impagable oportunidad de redescubrir Tío Pepe se presenta también en la saca del 2014, en la que el fino se muestra más intenso y poderoso que nunca, revelando un seductor color dorado, con destellos verdosos, una nítida expresión aromática de la flor –el velo de levaduras–, engalanada con notas de almendra y maderas nobles y una boca sensual, fresca, ligeramente salina y tremendamente persistente.
Tío Pepe en rama, en esta saca, es un fino auténtico y puro, en su mejor forma. En la flor de la edad: con la necesaria madurez para resultar complejo, elegante y misterioso, pero que conserva el vigor y la insolencia de la juventud. Una maravilla.
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