Quien busque un vino de celebración fuera del mundo de las efímeras burbujas tiene en Jerez, y más específicamente en el glorioso fino Tradición, un elixir con el que rellenar las copas y brindar sin que se escabullan los deseos: para que todo vuelva a ser como antes, o aún mejor, si cabe.
No por otra cosa, de paradojas esta hecha la vida misma. Incluso este delicioso vino, ahí donde lo ven –y lo beben– nació dónde y cuándo nadie lo esperaba. Porque Bodegas Tradición no fue concebida para hacer vinos finos.
El propósito de su mentor, Joaquín Rivero, fue crear una bodega exclusivamente consagrada a la gama de generosos más añejos y exclusivos, aquellos que el Consejo Regulador de la D.O. Jerez certifica como V.O.R.S. (más de 30 años de crianza) y V.O.S. (más de 20 años).
Así, en 1998, Tradición inició su andadura reuniendo una gama excelsa: un amontillado, un oloroso, un palo cortado, un cream y un pedro ximénez –además de dos brandies– que el enólogo José María Quirós seleccionó de soleras prodigiosas de bodegas históricas del Marco de Jerez hasta reunir un patrimonio único de 120.000 botas que se administran con el máximo rigor (apenas se comercializan 20.000 botellas al año).
El fino, pues, no estaba contemplando en esta gama de vinos viejos. Pero cuando se decidió ampliar la bodega, incorporando una nueva nave en la calle Rincón Malillo –donde, según los lugareños, se aparecía el demonio– se comenzó a trabajar con una nueva solera de fino, maduro, añejo y de gran carácter, que encajaba con el estilo de la casa. Así fue como el nuevo Fino Tradición se incorporó al porfolio de la marca, a partir de 2014, siempre en sacas limitadas que no superan las 2.000 botellas, y que los aficionados a los finos complejos saben (sabemos, declaro) valorar porque, como dice Helena Rivero, hija del fundador de Tradición y hoy al frente de la bodega, «sale educado y sabe como comportarse, no peca de joven y salvaje». Aunque, para ser justos, hay que advertir que es rotundo y deja huella en el alma.
La nueva saca, de diciembre de 2020, brinda la oportunidad de probar –o repetir– un fino diferente que invita a pensar en un pasado glorioso y un futuro mejor. ¡Chin-chin!
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