González Byass es quizás la primera bodega "grande" del marco de Jerez que ha comprendido que para recuperar el prestigio –y las ventas– de los vinos generosos en el mundo, hay que empezar por arriba. Es decir: destacar la faceta más excelsa y exclusiva de estos maravillosos elíxires, presentando ediciones limitadas de lo mejor que albergan sus antiguas naves de crianza.
Aunque parezca una obviedad ofrecer al público lo mejor de la bodega, en Jerez esta política supone una revolución, tras largas décadas en las que los bodegueros del marco se aplicaron a bajar precios y competir con sus finos y manzanillas en los peores escenarios.
Considerado que González Byass es el productor del fino Tío Pepe, uno de los vinos más populares y voluminosos (en términos de producción) de la D.O., puede resultar paradójico que sea esta empresa la que lidere esta nueva postura. Sin embargo, no es así, ya que, justamente, nadie mejor que una bodega con ingentes reservas de fino –muchos miles de botas, con el vino en todas sus "edades"– para exhibir lo que menos se conoce de este tipo de vino: aquellas partidas más raras y excelsas.
Así, desde hace tres años, González Byass ha empezado a mostrar discretamente sus joyas, con ediciones limitadas en principio destinadas al mercado británico –que es el que denota un mayor interés por estos vinos irrepetibles– y luego al resto del mundo.
Una de estas rarezas es el Tío Pepe en Rama, que llega al mercado con cuentagotas y ya hemos reseñado en Gastroactitud. Las otras gemas de la bodega jerezana se presentan en una colección denominada Finos Palma, compuesta por cuatro vinos de edición limitadísima y que en conjunto muestran la evolución que han experimentado algunas de las botas más viejas de las reservas de Tío Pepe.
La tercera saca de Tres Palmas tuvo lugar hace poco más de un mes y realizó, cómo no, Antonio Flores, sabio de los vinos de Jerez y en especial de los de González Byass –no por otra cosa, el enólogo nació en las mismas instalaciones de la bodega–, que para esta ocasión tuvo una "asistente" de lujo: la británica Sarah Jane Evans, vicepresidenta del selecto club Masters of Wine y gran conocedora también de los vinos jerezanos.
Este detalle da fe de que cada saca de los Finos Palma es forzosamente distinta, al menos en pequeños detalles. Aunque en su conjunto, los cuatro palmas siempre demuestran la expresión que tienen los finos más maduros en sus distintas etapas: si Una Palma es un Tío Pepe en su mayor esplendor (tras una evolución de 6 años bajo velo en flor), Dos Palmas es más maduro y complejo (con 8 años de crianza), Tres Palmas, un fino viejísimo, con un punto de oxidación tras 10 años en botas, y Cuatro Palmas, un amontillado de impresionante complejidad (¡con una edad estimada en 48 años!).
En esta ocasión nos quedamos con Tres Palmas, por su singularidad y distintivo carácter. Y porque representa lo que puede dar de si un fino llevado al límite, cuando el velo en flor comienza a ceder pero aún continúa dialogando con el vino. Así, nuestro palma favorito es un fino de color oro, con una amplia paleta aromática donde se distinguen matices de frutos secos, maderas nobles, ahumados… y una boca rotunda, extremadamente seca… y eterna.
Un vino memorable que vale la pena perseguir, ya que son muy pocas las botellas que llegan a las tiendas y restaurantes. Si se topa con una de ellas, no lo dude: quédesela. Es un billete de ida para una experiencia inolvidable.
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