Turons de la Pleta 2019, la reivindicación de Raimat

Para un servidor, que en sus tiempos mozos ha descorchado tantas botellas de Raimat –el cabernet sauvignon de esta casa era entonces un sustento líquido vital para un veinteñero de paladar curioso–, resulta reconfortante constatar que esta bodega señera de la D.O. Costers del Segre ha retomando la buena senda.

Y no porque en las últimas décadas Raimat no haya dado pie con bola. En todos estos años, el proyecto de la gran finca vitícola (3.200 hectáreas) de la familia Raventós, mentora del grupo Codorníu, en las tierras áridas que se extienden entre La Plana leridana y el Prepirineo, se ha consolidado, afianzándose en los mercados internacionales y asumiendo compromisos loables, como la reconversión del cultivo a las prácticas ecológicas, en una firme apuesta por la viticultura sostenible y la protección del medio ambiente.

Los vinos de Raimat siempre han estado a la altura de la ambición del proyecto. No cabe duda de que la calidad media de las numerosas referencias que ha ido sumando esta bodega ha sido siempre satisfactoria.

Pero para un enómano caprichoso –como el que esto firma– que también a lo largo de estos años ha ido volcando su interés en vinos que expresen con fidelidad la identidad del territorio, la gama de Raimat no resultaba estimulante.

Los vinos de las colinas

Afortunadamente, el mundo del vino es un terreno abonado para las segundas oportunidades. Y en el caso de Raimat, la ocasión de reivindicarse ha llegado con sus nuevos vinos de finca –los primeros que firma la bodega–, Turons de la Pleta y Turons de Vallcorba.

Blanco y tinto –de chardonnay y cabernet sauvignon–, ambas novedades refieren en su nombre a los turons (colinas, en catalán), donde Raimat cultiva algunas de sus más preciadas parcelas de viñedo.

En estos montículos, de peculiares rasgos geológicos, los suelos pobres, con presencia de piedra caliza y cantos rodados, y el microclima condicionado por los intensos vientos y un mayor contraste térmico entre el día y la noche, la maduración de la uva es más lenta que en los terrenos llanos y favorece la concentración e intensidad de los vinos.

Bajo la batuta técnica de Carles Escolar, Raimat está experimentando un sigiloso cambio, orientado a reforzar el carácter territorial de su vinos.

Las flamantes cuvées de turons son, en ese sentido, el ejemplo más elocuente de la transformación que está viviendo la bodega.

Si bien el tinto Turons de Vallcorba 2018 merece idéntica atención, en el Bar de Gastroactitud reseñamos hoy el blanco de este dueto de vinos de finca, Turons de la Pleta 2019.

Porque, además de dar pista de los nuevos rumbos que está transitando Raimat, es también una reivindicación del potencial que atesora la chardonnay a este lado de los Pirineos.

Todo un mérito en un momento en el que la puesta en valor de las variedades autóctonas del viñedo peninsular está condicionando el empelo de uvas foráneas.

Como si garnacha, tempranillo, viura, verdejo, albariño y demás variedades locales fueran el único camino hacia la excelencia.

Una chardonnay que enamora

Valga Turons de la Pleta 2019 para que volvamos a enamorarnos de la chardonnay telúrica. No solo porque el vino refleja las virtudes de un terroir singular, también porque está elaborado bajo principios poco intervencionistas y extremadamente rigurosos en términos cualitativos.

La vendimia manual, el transporte de la uva en cajas de apenas 10 kg –para evitar oxidaciones prematuras y otras catástrofes enológicas–, la maceración pelicular y la fermentación y crianza en foudres de roble francés –sin impacto de madera tostada, que resulta invasivo en buena parte de los chardonnay allende Borgoña, permiten obtener un blanco muy auténtico, fiel a su territorio y ajeno a la tendencia de los vinos densos, avainillados y cansinos que lamentablemente han dado al traste con la excelencia y prestigio de esta noble variedad.

Así, con su nariz fragante, rica en notas de fruta blanca –melocotón, albaricoque, manzana madura– y paladar fresco, equilibrado y sutil, Turons de la Pleta es el blanco perfecto para volver a Raimat y a la chardonnay.

Un vino de placer, que sugiere un interesante potencial de guarda, versátil en la mesa y que reafirma aquella máxima que advierte que los mejores vinos proceden de viñedos excepcionales.

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Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

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