Artur Martínez es un chef peculiar y su Vi d’Aperitiu también lo es. Nada tiene que que ver con un vermut al uso. En el caso del blanco, sorprende por su carácter delicadamente floral, balsámico y envolvente. Es un vermut –o un «vino de aperitivo», podríamos redefinir la categoría, con poco impacto alcohólico, una rica impronta aromática y buen recorrido gastronómico.
No resulta extraño que un ingenio líquido de tal suerte surja del entorno creativo –o de la mismísima chistera inventiva– del cocinero que comanda los fogones de Aürt, quizás uno de los restaurantes que más nos emocionan en las calles de Barcelona. Y que en los últimos años ha impulsado no pocas colaboraciones interesantes con bodegas y artesanos gastronómicos de su entorno. De estas aventuras compartidas nacieron artilugios comestibles tan atendibles como la botifarra terregada (2008), la colatura d’anxova de l’Escala (2017) o la zarzaparrilla (2019), entre otros. Y vinos tan emocionantes como La Vinya d’en Xesc o L’Am fi teatre.
Los vinos que elucubra Artur Martínez tienen un socio inestimable: el Celler Can Morral del Molí, propiedad en la que de desempeña Xavier Morral, junto a su mujer Maria y su hija Mariona, enóloga que garantiza la transición generacional. Todos ellos trabajan con el ánimo de preservar el paisaje agrario y los cultivos tradicionales, apostando por las prácticas biodinámicas y las variedades autóctonas.
En el contexto de esta colaboración, los dos nuevos vermuts nacen con la vocación de aportar una nueva visión: más fresca, fragante y –si se quiere– compleja, que el que imprime el rasgo general de esta categoría al mercado (donde impera la potencia, el volumen alcohólico imponente, la densidad y la carga especiada excesiva).
En el caso de los vis d’aperitiu que han concebido al alimón Artur Martinez y Can Morral del Molí, con la intención de obtener una bebida más sutil y elegante, en ambos casos –tanto en el vermut blanco como en el tinto– dominan el carácter del vino. En el blanco, la garnacha blanca del Montsant –ensamblada con moscatel–; y en el tinto, la garnacha tinta–; maceradas con una veintena de botánicos naturales, entre las que destacan ajenjo (con su característico amargor), limón, naranja, genciana, flor de saúco, azahar, hierbaluisa, jengibre y salvia.
La primera edición de estos peculiares vermuts –limitada a 400 botellas de 75 cl, en cada caso (blanco y tinto)– se distribuye más allá del ámbito de Aürt, aunque estamos seguros de que se agotará en un pis-pas. Las cosas buenas duran poco.
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