Via Edetana Carinyena 2016, el Mediterráneo más allá de la garnacha

La paradoja de la cariñena da fe de que el mundo del vino abunda en enredos que inducen a la confusión.
Sirva como ejemplo de ello el Vino Nobile de Montepulciano –uno de los más antiguos de Italia–, que se elabora básicamente con uvas de la variedad prugnolo (tal como se conoce en Montepulciano a la célebre sangiovese), además de pequeños porcentajes de canaiolo nero, mammolo y otras variedades. Y no lleva ni un grano de montepulciano, que se cultiva en la región de los Abruzos, mucho más al sur, y que da lugar a los tintos de Montepulciano d’Abruzzo.

Cariñena, variedad y origen

El vino español no es ajeno a este guirigay. Uno de los embrollos más evidentes es el que resulta de «cariñena», nombre que corresponde a una variedad tinta y también a una denominación de origen aragonesa, donde –y hete aquí la clave del enredo– la uva cariñena tiene menos relevancia que otras, como garnacha o tempranillo.
En cualquier caso, según afirman los expertos ampelógrafos, el origen de la cariñena no es otro que la comarca que le dio nombre. Aunque, al igual que sucede con otras uvas, la cariñena también ha traspasado fronteras: de Aragón se extendió por otras zonas vinícolas de la península Ibérica. Así es como actualmente está presente en diversas regiones del viñedo catalán, y también en Rioja (donde se la conoce con el nombre de mazuelo).
Circunstancias geopolíticas motivaron que en el siglo XIV, en tiempos del Reino de Aragón, la cariñena se asentara en Cerdeña, donde aún se cultiva bajo el nombre de carignano. De allí saltó a a Francia, y luego a Argelia, donde adquirió un papel importante gracias a la exportación de graneles al mercado galo. Tras la independencia argelina (1962), Francia cerró el grifo de carignan de su ex-colonia y entonces los viticultores del Languedoc-Resellón y otras zonas vinícolas de aquel país se consagraron a plantar vides de esta uva con tanto entusiasmo como para que en 1988 pudieran contarse 167.000 hectáreas consagradas a la carignan, que se coronó como la variedad más cultivada de Francia. Las regulaciones de la Unión Europea obligaron al arranque de numerosas viñas de carignan, que acabó cediendo el cetro de la uva tinta más extendida de este país a la merlot.

La socia de la garnacha en el Mediterráneo

La condición viajera de la cariñena da lugar a tintos notables elaborados con esta variedad en viñedos más remotos, como el chileno (donde también se la conoce como carignan). En España, sin embargo, no es habitual encontrar vinos monovarietales de cariñena. Por lo general, esta uva tiene un papel secundario, asociada principalmente a la garnacha en Aragón y las comarcas mediterráneas (como Priorat o el Empordà), o con la tempranillo y otras tintas locales en Rioja.
Pero bien vale la pena probar algunos de los excepcionales tintos que conceden el protagonismo absoluto a la cariñena para rendirse a los encantos de esta variedad, que se distingue por sus singulares matices herbáceos, finos taninos, color pronunciado, fina acidez y considerable capacidad para el envejecimiento.

Via Edetana 2016, las virtudes de la cariñena

Valga como ejemplo de estas virtudes el flamante Via Edetana Carinyena 2016, que acaba de presentar Edetària, una de las bodegas punteras de la D.O. Terra Alta.
No es casual que este lanzamiento –que coincide con el 20º aniversario de Edetària– venga de la mano del proyecto que lidera Joan Angel Lliberia, uno de los mejores intérpretes del potencial que ofrece la familia de las garnachas en esta histórica comarca vinícola catalana.

Joan Angel Lliberia, en los viñedos de Edetària (Terra Alta)

El nuevo Via Edetana Carinyena 2016 confirma la calidad que atesora esta uva en aquellos territorios del Mediterráneo donde reina la garnacha. Pero también los rasgos que la diferencian. El flamante tinto de Edetària resulta de una selección de racimos de viña vieja (más de 45 años) plantada sobre los característicos suelos de tapàs blanc de la Terra Alta. Criado en botas de roble de 500 litros –volumen que modera el impacto de la madera en el vino– durante 12 meses, este Via Edetana se ha beneficiado también de una paciente maduración en la botella, para afinar y ennoblecer su perfil.
Así, con una expresión aromática compleja y vivaz –en la que sobresalen los matices florales y balsámicos–y un paladar amplio, fresco y profundo, Via Edetana Carinyena 2016 revela la dimensión y riqueza de una variedad que convive con la glorificada garnacha. Y que también merece la atención de las pituitarias sensibles y los paladares aventureros.

Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

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