Hete aquí la ginebra que viene a reivindicar el origen holandés del destilado que hoy triunfa en todo el mundo y cuya paternidad se atribuye a menudo a los ingleses.
En todo caso, lo cierto es que han sido los holandeses los primeros en rectificar su destilado de cebada con bayas de enebro y aromatizarlo con cardamomo, angélica, semillas de lirio y otras hierbas y especias. Lo llamaron genever.
Pero también es verdad que fueron los soldados ingleses quienes se engancharon a esta bebida durante la Guerra de los 30 años, le dieron fama y la modificaron a su propio gusto y antojo, dando lugar al London Dry Gin.
Dicho esto, es justo que la flamante –y naranja, como si quedaran dudas acerca de su nacionalidad– Voortrekker se promocione con bombo y platillo como "la ginebra pionera", 100% holandesa.
Sin embargo, basta olfatear un poco este gin reivindicativo para constatar que toda la alharaca sobre su origen no es más que una argucia de marketing. Porque poco tiene que ver Voortrekker con la auténtica genever, que tradicionalmente presenta un carácter más austero y dulzón que el London Dry Gin.
La diferencia entre ambas bebidas se debe a los distintos tipos de elaboración. La ginebra holandesa se produce a partir de la destilación de un tercio de mosto de malta fermentado y dos tercios de alcoholes de baja graduación. Este destilado se macera con bayas de enebro y otros botánicos y se vuelve a destilar, hasta obtener un producto final, con una graduación de 43º o 44º. El sabor intenso, con recuerdos de malta, de la genever, es consecuencia de este método de elaboración.
Por su parte, el London Gin se obtiene a partir de destilados neutros –generalmente, de cebada– rebajados con agua y macerados con botánicos antes de ser sometidos a una nueva destilación, que da lugar a un aguardiente de entre 40º y 47º.
Por tanto, puede afirmarse que Voortrekker es las más inglesa de todas las ginebras holandesas: como un London Dry Gin, pero destilado en Holanda, con ocho botánicos entre los que destaca la piel de naranjas sudafricanas, lo que le aporta ese peculiar color anaranjado (y, de paso, un nostálgico recuerdo colonial, en referencia al paso de los neerlandeses por el extremo sur del continente africano).
Desvelado el ardid, hay que reconocer que Voortrekker es, eso sí, una ginebra muy original y agradable, con ricos matices cítricos, que la convierten en un versátil ingrediente para coctelería.
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