Durante una visita en 2018 al restaurante Staholdergaarden los inspectores de trabajo encontraron irregularidades en las horas de trabajo presentadas. Algunos cocineros y camareros trabajaron más de lo previsto durante las fechas navideñas, según admitió el propietario del local Bent Stiansen. Ese fue el motivo por el se le impuso una multa de 300.000 NOK, o lo que es lo mismo, 30.000 euros.
En Noruega, la Inspección de Trabajo considera que estas horas de trabajo de más son una violación a las normas por parte de Statholdergaarden pues había días en los que se superaban las 15 horas trabajadas y semanas que llegaban a las 70 horas. Estas jornadas laborales están muy por encima de lo permitido en el país, de ahí que se consideren una violación de carácter grave. En el informe, también queda reflejado que estas violaciones han sido sistemáticas y planificadas pues había turnos planificados de 13 horas.
Stiansen ha declarado que ahora tienen ya todo en orden y un horario que ha quedado reflejado en un convenio colectivo así como los turnos de trabajo, controlados y aprobados por la Inspección de Trabajo. Un informe de finales del año 2018 basado en más de 5.000 inspecciones, concluyó que 80% de la hostelería viola la ley laboral y sobrepasa el número de horas permitidas.
Según los últimos datos, en España se hacen cada semana 5,7 millones de horas extra. De estas, 2,6 millones no se pagan. Según el diario Expansión, al 48% de los trabajadores no se les pagan las horas extra, por lo que tampoco cotizan por ellas a la Seguridad Social. Según César Galiano responsable de hostelería de UGT en declaraciones a El confidencial la práctica más extendida es hacer contratos de 20 horas semanales cuando se trabajan 40 o más. En general, las ‘extraoficiales’ se pagan en negro y son ‘invisibles’ a ojos de los inspectores. Los abusos laborales son el pan de cada día en bares, restaurantes y cafeterías de pequeño tamaño, con pocos empleados y sin fuerza sindical.
El registro obligatorio de la jornada laboral, ha entrado en vigor hoy 12 de mayo. Fue una de las iniciativas aprobadas por el Gobierno antes de las elecciones en los llamados decretos de los viernes sociales. Se trata de un cambio en un apartado del artículo 34 del Estatuto de los Trabajadores que afecta a todas las empresas, sin excepción.
Su objetivo es garantizar el registro del horario de trabajo, desde el inicio al final de la jornada realizada por cada trabajador. Pretende disminuir la precariedad laboral, pero su implantación plantea dudas tanto a empresas como a sindicatos. Las sanciones previstas por no tener el registro van desde los 626 euros si la infracción es considerada leve, hasta los 6.250 euros si se considera grave. Pero si se descubren horas extras no declaradas las sanciones puede llegar los 200.000 euros. Algo mucho más serio que los 30.000 euros impuestos al restaurante noruego. Sin embargo la señora Valerio, ministra de trabajo dijo en rueda de prensa que las sanciones se aplicarán «con cabeza, con mesura y con sentido común».
El registro deberá organizar y documentar la jornada laboral, ya sea por negociación colectiva o acuerdo de empresa, o bien mediante decisión del empresario previa consulta con los representantes de los trabajadores en la empresa. Las empresas estarán obligadas a conservar durante cuatro años estos registros y dejarlos a disposición de los trabajadores y sus representantes, la Inspección de Trabajo y la Seguridad Social.
De momento la empresas están sumidas en dudas porque no saben cómo aplicar la ley. Los sindicatos dudan de su eficacia. La ley no establece cómo se llevará a cabo este registro. Aunque existen programas informáticos (los mismos que hacen el control de nóminas y costes) y aplicaciones para móvil desde los que se puede registrar la actividad de los trabajadores, no se sabe si estos tendrán validez ante los inspectores. Lo que está claro, y así lo han dejado entrever algunos prtavoces empresariales y sindicales, es que el foco va a estar puesto sobre el comercio y la hostelería donde hay mucho fraude y precariedad y el control es fácil ya que los trabajadores tienen una ubicación física clara.
Más allá de cumplir con la ley, hay hosteleros que se han fijado sus propias normas para humanizar la hostelería. Joan Roca y sus hermanos en el Celler de Can Roca hace más de dos años que tienen dos plantillas que se turnan para poder atender los servicios y al mismo tiempo conciliar la vida personal y familiar.
«Nosotros somos una familia de hosteleros, sabemos de la dureza de este oficio porque nos hemos criado en un restaurante. Es importante que los trabajadores de este sector tengan vida privada. Que puedan estar con sus familias, sus amigos, tener ocio. Hay que analizar los costes y ver posibilidades, pero es importante luchar por humanizar el sector. Puede que no siempre sea posible, pero hay que intentarlo. Nosotros lo hemos conseguido. Basta con tratar a los demás, al equipo, como nos gusta que nos traten a nosotros, simplemente es eso» , afirma Joan Roca.
Francis Paniego, también ha roto una lanza en este aspecto. Desde marzo han dividido la jornada laboral en tres turnos de trabajo (dos continuos y uno partido) para dar servicio en el hotel Echaurren desde las 8h hasta las 24h. «Es importante que en paralelo el cliente también entienda que no se puede llegar a comer a un restaurante gastronómico después de las 14.45h o a cenar después de las 22.00h porque eso hará difícil que los trabajadores puedan conciliar» afirmaba Paniego en su cuenta de Twitter. «La medida es buena para los trabajadores y será buena para las empresas y para el sector condicionado desde siempre por los tópicos de que este es un oficio duro y de que la hostelería es así».
Carlos Zamora, propietario y director del grupo Deluz hace tiempo que puso en práctica medidas para que los trabajadores de sus establecimientos no tuvieran que soportar horarios inhumanos. «En Madrid tenemos jornadas semanales de 60-70 horas por las que se pagan salarios de 900€ al mes. Pero los empleados están dados de alta 20 horas y cobran más de la mitad del sueldo en B. Esto es así, y la inspección no lo detecta. ¿Qué le puede pedir un empresario a un trabajador contratado en esas condiciones? El empresario tiene que pararse y reflexionar, qué exigimos y qué damos a cambio. Al contrario de lo que se piensa, el personal no es un problema, es lo mejor que tenemos si lo sabemos gestionar» explicaba Zamora en una entrevista a GastroActitud.
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