5 cócteles latinos con mucha historia

Los 5 cócteles latinos con mucha historia que presentamos en esta selección son clásicos imprescindibles. Forman parte del recetario universal de la coctelería por derecho propio, se consumen en las barras de todo el mundo y tienen historias que merecen ser contadas.

Elixires con historia y sentimiento

Todos ellos representan, por su composición e historia, la esencia de la cultura de Latinoamérica. Transmiten leyendas, relatos de piratas, controversias entre países y fronteras, la evolución política e histórica de todo un continente a través de los siglos y el sentimiento de la gente que habita este territorio tan diverso y lleno de contrastes.
Por eso mojito, pisco sour, margarita, piña colada y daiquiri son mucho más que mezclas de bebidas espirituosas con frutas, azúcar y otros ingredientes. Son elixires con historia y sentimiento.
Son también, como hemos dicho, clásicos del universo de la coctelería, porque tienen la virtud de atesorar un perfecto equilibrio entre los distintos elementos que componen la mezcla. Este es un rasgo esencial para que una fórmula funcione y se perpetúe a través del tiempo.
Es el caso, pues de estos cinco cócteles latinos, que bien vale la pena probar en sus mejores versiones. Y cuyas singulares historias invitamos a conocer aquí mismo.

5 cócteles latinos y su historia

 

 

1- Mojito

Con su composición sencilla –ron blanco, zumo de lima, azúcar, hojas de hierbabuena y soda–, efecto reparador y refrescante que además transporta al que echa el trago a las noches del Caribe, el mojito tiene el honor de haberse convertido en uno de los cócteles más populares y consumidos de este planeta. Aunque también es paradójicamente uno de los más vapuleados: la mayor de las veces se presenta en versiones nefastas, con limones machacados, aguado… entre otros numerosos defectos.

En cualquier caso, este clásico del recetario coctelero universal tiene su propia leyenda. Su creación la atribuyen algunos al pirata Francis Drake, quien, en el siglo XVI, en sus expediciones al Caribe, formuló una bebida como remedio para paliar un brote de escorbuto que se produjo a bordo de su navío. Sabedor de que la lima era un antídoto eficaz contra la enfermedad, desembarcó en la isla de Cuba buscando algún ingrediente para mezclar el cítrico, que resultaba muy ácido en la ingesta.

Así descubrió la tafia –aguardiente local de caña, predecesor del ron–, que Drake tuvo el buen tino de mezclar con la lima y azúcar, dando a luz una bebida no solo se convirtió en un escudo contra el escorbuto, sino que resultaba tan deliciosa que en los siglos siguientes se popularizó también en Cuba como «El Draque». Cuando, a partir de 1860, con la introducción de los alambiques en la isla la destilación de la caña se refinó y la tafia dio lugar al ron cubano, de mayor calidad, el «draquecito» comenzó a pedirse con «un poco de mojo» de hierbabuena.

Nació así el mojito. Para rematar la fama de este cóctel, solo faltaba que abriera en La Habana el bar La Bodeguita del Medio, en 1910, y que más tarde llegara a la ciudad el escritor estadounidense Ernest Hemingway. Bien conocido por su afición por las barras, el autor de Por quien doblan las campanas tenía bien claras sus preferencias: daiquiri en El Floridita, mojito en La Bodeguita.

 

 

2- Pisco Sour

El delicioso sour a base de pisco –la bebida nacional del Perú–, zumo de limón, jarabe de azúcar y clara de huevo, se ha convertido en una punta de lanza que sin duda también ha contribuido a popularizar la cultura gastronómica del país andino en el mundo. Pero respecto a su creación y origen existen no pocas dudas y controversias. Porque Chile –que también reclama el propio pisco como aguardiente «nacional»– argumenta el que cóctel en cuestión fue concebido en su territorio.
Para curarse en salud y declarar, en 2007, el pisco sour como Patrimonio Cultural de la Nación, los peruanos han presentado documentos que demuestran que el Morris Bar de Lima, fundado por el californiano Victor Morris, se servía la mencionada bebida antes de 1920. El mismo establecimiento incluyó una publicidad en una revista que se publicaba en la ciudad chilena de Valparaíso, en 1924, haciendo referencia a su especialidad, el pisco sour.
Los chilenos argumentan que en aquellos años en los bares de Santiago también se preparaban mezclas con pisco, zumo de limón y jarabe de azúcar.
El debate entre expertos e historiadores del quehacer espirituoso de ambos países es intrincado y seguramente jamás llegará a buen puerto. Pero, al fin y al cabo, lo que atañe a la bandera del pisco sour –o de cualquier otro ingenio líquido– no nos priva del inmenso del placer que depara echarse al gaznate este cóctel que borda la perfección en el equilibrio entre dulzor, acidez, amargor y textura.
Las numerosas variaciones –con maracuyá, piña, fresas, chicha, y lo que le venga en gana al bartender– jamás superan a la receta original.

 

 

3- Margarita

Elaborado con tequila, cordial de naranja, zumo de limón y un toque de sal, el cóctel más consumido en los Estados Unidos tiene un origen poco preciso. Algunas fuentes sitúan el Bar Andaluz de Ensenada, Baja California, como su cuna. Asegurando que el 21 de agosto de 1948, el bartender David Negrete, preparó a la joven administradora del establecimiento,Marjorie King Plant, un cóctel especial, considerando que ella era alérgica a la mayor parte de las bebidas destiladas, con excepción del tequila. Negrete bautizó su creación «Margarita», en honor a su sedienta jefa, que quedó encantada con el nuevo trago, que desde entonces se popularizó en el bar.

Otra versión otorga la autoría del famoso cóctel a Carlos «Anny» Herrera, propietario del restaurante Rancho La Gloria –localizado entre Tijuana y Rosarito, en México– quien en 1938 concibió esta alquimia para una de sus clientas, la ex baliarina Ziegfeld Marjorie King (que también solo bebía tequila, casualmente). El bartender Alberto Hernández, que popularizó el margarita en San Diego a partir de 1947, relató esta historia como el origen del cóctel .

Para añadir confusión y controversia a la historia del margarita, nuestro amigo y buen conocedor de todos los asuntos líquidos François Monti afirma, en su libro Mueble Bar (Abalon Books, 2022), que este cóctel fue concebido en Tijuana en la década de 1920 por un hombre llamado Henry Madden. Habrá que creerle.

 

 

4- Piña Colada

Cóctel festivo y tropical, la piña colada es un emblema y orgullo de Puerto Rico. Sus orígenes se remontan al siglo XIX, cuando Roberto Cofresí –una suerte de corsario portorriqueño– hacía repartir entre su tripulación un brebaje que contenía coco, piña y ron blanco. Los mismos ingredientes que siglos después compondrían la piña colada.
Como en otros casos, en este cóctel emblemático son dos los establecimientos que se atribuyen su creación. Uno es el Caribe Hilton Hotel de San Juan, la capital boricua, donde trabajaba Ramón «Monchito» Marrero, el cantinero que en 1954 concibió la fórmula original, según consta oficialmente. Aunque el restaurante Barrachina, de la misma ciudad, también se autoproclama como «cuna de la piña colada», argumentando que el barman español Ramón Portas Mingot creó el cóctel en esta casa en el año 1963. Más leña para el debate mixológico.

 

 

5- Hemingway Daiquiri

Si bien ya en nuestra selección de 5 cócteles clásicos imprescindibles hacíamos referencia al imprescindible daiquiri. Este elixir imperecedero tampoco puede faltar entre el Top 5 de los cócteles latinos más relevantes de la historia. Para no aburrir a los asiduos al Bar de Gastroactitud como el mismo relato, hemos escogido un daiquiri especial: el favorito del mismísimo Ernest Hemingway.

Acorde a la leyenda, en una de sus visitas a El Floridita, el bueno de Hemingway probó el daiquiri nº3 de la casa, que incorpora pomelo. Con la salud como excusa –»soy diabético», se excusó. Pidió al cantinero que le preparara una versión especial, con el doble de ron y sin azúcar. Y así se inmortalizó el daiquiri más ácido y especial, que no siempre se sirve como le hubiera gustado a Don Ernesto. Pero hay que probarlo.

Federico Oldenburg

Periodista especializado en vinos y destilados, colaborador de numerosos medios internacionales y jurado de los más prestigiosos certámenes vinícolas.

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