Primero llegó en formato exótico: cocos verdes con pajita incluida. Pero ahora también se vende en prácticos botes -de la marca Goya– ideales para almacenarlos en la nevera y tenerlos fresquitos siempre a mano.
El agua de coco es un producto totalmente natural que está en el interior de los cocos verdes, es decir los que aún no han madurado. Este agua se convertirá, al madurar el coco, en la pulpa blanca que comemos troceada o rallada, y que también se transformase en leche o crema y se utiliza para cocinar y elaborar postres, respectivamente.
Además de su contenido en agua (94%) reúne importantes cantidades de minerales, concretamente potasio, magnesio, sodio, calcio y fósforo, los cinco elementos imprescindibles para recuperarse después de haber realizado ejercicio físico. Y tiene muy pocas calorías. El manganeso es un elemento esencial para el buen funcionamiento del cuerpo humano, que además es clave para evitar la artritis, la osteoporosis y las malformaciones de los huesos, y reducir el riesgo de diabetes o epilepsia.
En los países tropicales se ha empleado tradicionalmente para rehidratar a quienes sufren diarrea (sobre todo los niños) y también para prevenirlas debido a sus efectos beneficiosos sobre el aparato digestivo en conjunto. Además evita la indigestión, el estreñimiento y los parásitos y ayuda a subir las defensas del organismo evitando infecciones. En resumen, resulta imprescindible en el kit del gourmet viajero y es perfecta para combinarla con una dieta depurativa o de adelgazamiento, sobre todo después de haber realizado excesos como suele ocurrir durante la fechas navideñas.
No hay ningún alimento milagroso, pero algunos ayudan a que nos sintamos mejor. Según los últimos estudios que se realizaron en animales (no se han hecho aún en seres humanos), el agua de coco retarda la oxidación de la células del hígado, previene la formación de los temidos radicales libres y disminuye los niveles de insulina. Es una fuente ideal de citoquininas, compuesto vegetal que se asocia con el retraso del envejecimiento de las células humanas. Razones suficientes para consumirla regularmente si queremos sentirnos más jóvenes.
El agua de coco, por su contenido en potasio, ayuda a eliminar líquidos y contribuye a reducir la retención de los mismos en las zonas del cuerpo más propensas (sobre todo las piernas). Además de favorecer la disminución de los niveles de sodio del organismo. Es un diurético natural, que ayuda también a la eliminación de piedras en el riñón, ya que evita que los cristales de minerales se adhieran a las paredes del riñón.
Por si todo lo expuesto hasta aquí fuera poco, estudios clínicos han demostrado que el consumo regular de agua de coco ayuda a controlar los niveles de presión arterial, ya que reduce, sobre todo, los niveles de presión sistólica.
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