Aunque en los últimos años, son cada día más los viticultores y bodegas que incorporan métodos ecológicos a su trabajo, aún son muchos los consumidores que desconocen –y aún más, incluso desconfían– aquellas filosofías que apuestan por la sostenibilidad y el cuidado del medioambiente. La gran paradoja, en este sentido, es que cuando en España el consumidor medio parece responder a un perfil muy conservador, la producción vinícola avanza por otros derroteros, siendo este país uno de los que ha trasformado más rápidamente su viñedo hacia la viticultura con certificación ecológica.
En cualquier caso, lo que hoy nos ocupa aquí es la biodinámica, una modalidad específica de viticultura –y agricultura– ecológica, cuyo origen se encuentra en el ciclo de conferencias que impartió el suizo Rudolf Steiner en 1924. La biodinámica parte de un enfoque holístico en el cual la vitalidad la prioridad. Así, defiende un principio por el cual los viticultores devuelven a la tierra más lo que le quintan cuando la cultivan. Y la finca se considera un organismo vivo en el que las plantas, los animales y los seres humanos están conjuntamente integrados.
La agricultura biodinámica se trabaja con las energías vitales de la naturaleza y no solamente con las necesidades materiales, lo que tiene en cuenta los ritmos cósmicos en la producción vegetal y la cría animal.
Entre todos los segmentos agrícolas, la viticultura biodinámica es la que ha alcanzado la mayor notoriedad pública, ya que algunos de los más grandes vinos del mundo –La Romanée Conti, entre otros– reconocen emplear esta metodología, aunque no todos están certificados por las organizaciones consagradas a ello, como Demeter.
En España, los pioneros de la biodinámica llevan más de 40 años pregonando sus beneficios. Y hace unos 25 años que esta filosofía se está extendiendo entre los viticultores, cada día con mayor profusión.
Seguramente, debido a ello, en 2023, la bodega Cruz de Alba de la Ribera del Duero tuvo la iniciativa de convocar al primer encuentro Sintiendo Paisajes, en el que se debatieron diferentes perspectivas de la aplicación de la biodinámica en terruños diversos.
En 2024, Cruz de Alba, con su director técnico Sergio Ávila, como anfitrión quizo repetir la experiencia. Y así fue como hace unas semanas, el viñedo de la bodega en Padilla del Duero sirvió de escenario para que se reunieran viticultores llegados de destinos diversos: Lydia y Claude Bourguignon –reputados expertos del suelo–, desde Cahors (Francia); Jaume Gramona, del Celler Gramona, desde el Penedès, Emi Gómez, de Lavinaventura Vins, también del Penedès; David Sampedro y Melanie Hickman, de Bodegas Bhilar y Etérea Kripan, de Rioja Alavesa; Begoña Troncoso, de Adegas Xangall, de Rías Baixas; Jonas Etling, de Wine By Jet, de Zurich, Suiza; Antonio Galán, de Muchada-Léclapart, de Cádiz, además del propio Sergio Ávila, de Cruz de Alba.
Todos ellos debatieron sobre biodinámica y las soluciones que este tipo de viticultura puede aportar frente al cambio climático. Y ofrecieron para catar sus vinos, de los cuales destacamos estos cinco. ¡Aunque hay muchos más que también nos gustan!
Etérea Kripan
DO Rioja
PVP: 16 €
75 cl
Melanie Hickman, que comparte con David Sampedro el proyecto de Bodegas Bhilar en Elvillar, que en 2006 comenzó a aplicar los métodos de la biodinámica. Convencida de integrar la actividad de su bodega de una manera respetuosa al paisaje, Melanie también adquirió recientemente una parcela de 3,4 hectáreas en Kripan, a 900 metros de altitud, donde busca crear un oasis de biodiversidad. Su Sasikume, que significa «bastardo» en euskera, es el primer vino con certificado Demeter de la Rioja Alavesa, elaborado con la variedad también conocida como trousseau en Francia.
Muchada-Léclapart
Sin DO (Cádiz)
PVP: 54 €
75 cl
Del proyecto de Alejandro Muchada, viticultor de Cádiz, y David Léclapart, vigneron en Champagne, llega este delicioso «vino de pasto», compuesto por palomino y moscatel, que denota su origen parcelario (el Pago de Miraflores, en Sanlúcar de Barrameda, para la palomino, y el Pago de Abulagar, en Chipiona, para la moscatel), la apuesta por la viticultura biodinámica y la mínima intervención: añaden un mínimo de sulfuroso, no emplean levaduras seleccionadas y los vinos se embotellas sin filtrar. Un blanco singular, afilado y menos salino que otros de la zona, al menos en esta flamante añada.
Celler Gramona
Corpinnat
PVP: 37,75 €
75 cl
La familia Gramona, con raíces en la viticultura desde 1850, ha abrazado su compromiso con la biodinámica y la defensa del paisaje hace ya más de una década, impulsando en 2015 la asociación de viticultores Alianza con la Tierra, que hoy suma 420 hectáreas de viñedo certificado por Demeter en el entorno del Penedès. III Lustros es uno de sus espumosos de referencia, reflejo del terruño emblemático de la casa, Font de Jui, y del potencial que atesora la variedad xarel.lo para las crianzas prolongadas. Gramona elaboró por primera vez este espumoso en 1951, y desde entonces preserva celosamente los métodos tradicionales, madurando el vino en las cavas durante 80 meses, con tapón de corcho natural y realizando cada proceso de manera manual, de forma artesanal. En el viñedo, las vendimias son manuales y se labra con caballos para preservar el equilibrio y la riqueza del suelo. El resultado es un exquisito vino burbujeante, complejo y muy característico de su origen.
Domaine Laroque d’Antan
IGP Côtes du Lot (Cahors, Francia)
PVP: 49,95 €
75 cl
Lydia y Claude Bourguignon, dos de los más influyentes expertos en el campo de microbiología del suelo, recorren el mundo como consultores para dar su opinión a los domaines reputados y reconocer los mejores terroirs del globo. Su enfoque pionero ha impulsado prácticas sostenibles en todo el mundo, promoviendo la biodiversidad del suelo. Pero en raras ocasiones presentan sus propios vinos, como lo han hecho en el encuentro Sintiendo Paisajes. La pareja es propietaria de un Domaine en la zona de Cahors, origen de la variedad malbec, donde elaboran este tinto donde esta variedad comparte protagonismo con otras cinco variedades. Un vino biodinámico de perfil fresco, fino y frutal, a la altura del prestigio de sus mentores.
Cruz de Alba
DO Ribera del Duero
PVP: 59,29 €
75 cl
De la mano del enólogo Sergio Ávila, la bodega Cruz de Alba ha apostado por la viticultura biodinámica desde 2008, obteniendo el certificado Demeter –el más exigente en este campo– en 2003. Finca los Hoyales es el vino más excelso de la casa y se obtiene de sus viñas más longevas, plantadas hace 53 años años, en plena milla de oro de la Ribera del Duero. Las cepas, 100% tempranillo, se someten a tratamientos agrohomeopáticos y se vendimian manualmente para obtener la mejor materia prima, de modo que el vino exprese los rasgos del terruño y las características de la añada de la manera más fiel.
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