El prematuro adiós a Xavier Gramona (1959-2023), audaz príncipe de las mejores burbujas, merece un brindis especial. Con una copa de alguna de las excelsas cuvées que elabora su bodega familiar, Gramona, desde luego.
Hay unas cuantas para elegir. Celler Batlle, con más de ocho años de crianza en botella, es una buena alternativa. Porque fue, en su día, un cava pionero en extremar el proceso de maduración en rima. Hoy muchos productores de espumosos de alta gama han seguido la senda que inició Gramona desde mediados del siglo XX.
Un postulado que Xavier supo defender cuando le tocó asumir el relevo de la bodega familiar. Incluso, fiel a su estilo, audaz, vehemente y visionario, este viticultor tan carismático se propuso ir aún más lejos: «Queremos competir en la ‘Champions League’ de los grandes espumosos del mundo», anunció en 2014, cuando presentó las primeras añadas Gramona Enoteca, sus cuvées con mayor añejamiento.
Sus modos de dandy cosmopolita, exquisito y amante del arte disimulaban quizás el carácter tenaz y aguerrido del enfant terrible del sector vinícola del vino catalán, que a los 18 años se marchó de casa por desavenencias con su padre. Tras vivir en Francia e Inglaterra y trabajar en la banca, tardó en regresar al seno familiar. Fue en 1987 cuando se incorporó al consejo de Gramona, asumiendo la gestión en 1995. Su impronta en la bodega, que ha dirigido de la mano de su primo Jaume, presidente y Director Técnico, sin duda no tiene parangón, porque la labor de Xavier ha llevado a Gramona a la primera línea de los espumosos nacionales y también más allá. Hoy la bodega fundada en Sant Sadurní d’Anoia en 1881 es un referente internacional.
Aunque la huella rebelde y la ambición de Xavier Gramona no solo deja rastro en la bodega de su familia. Sus discrepancias con el Consejo Regulador del Cava le impulsaron a abandonar, en 2018, el seno de la D.O., junto a otras ocho notables bodegas del sector –Llopart, Torelló, Nadal, Recaredo, Sabaté i Coca, Can Feixes, Júlia Bernet y Mas Candí– para crear un nuevo sello de origen, Corpinnat, que hoy también lamenta su pérdida, como «uno de los principales pilares de nuestra organización».
La familia Gramona, por su parte, aunque lógicamente consternada por las fatales «consecuencias del desafortunado accidente sufrido por Xavier y que han precipitado su fallecimiento», tienen el mérito de haber iniciado –como corresponde a las estirpes vinícolas de larga data– un proceso de relevo, que tiene en las figuras de Leo (hijo de Xavier) y Roc (hijo de Jaume) Gramona dos profesionales jóvenes y con brillante porvenir.
La memoria de Xavier Gramona les guiará en el futuro. «El vacío que deja Xavier nos abruma. Su recuerdo nos alienta a seguir».
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