El cocinero Dani Lechuga, autor del libro La cocina de la carne, premio cocinero joven (2010) otorgado por la Academia Catalana de Gastronomía, se muestra satisfecho tras haber ampliado su primitivo restaurante.
Junto al conocido Caldeni opera ahora su bar Bardeni, contiguo pero con acceso diferente desde la calle. Un nuevo local que le ha permitido ampliar su oferta sin modificar el espacio de cocina, idéntico para ambos locales.
Caldeni es un pequeño gran restaurante de barrio que entronca con esa cocina urbana, artesana y moderadamente creativa de éxito garantizado. Un lugar donde se elaboran platos modernos a precios sensatos, regidos por una apasionada especialización en el universo cárnico.
Hasta tal punto que en su escueta carta se dan cita varias razas con sus correspondientes fichas de cata. No suelen faltar la bruna del Pirineo gerundense, el angus beef de Nebraska, el wagyu kobe beef, y la selección Caldeni de vacas holandesas. Especialización que el patrón realiza con acierto gracias a la estrecha vinculación de su familia con un sector tan complejo, que le permite profundizar en el conocimiento de cada raza, su alimentación y tiempo de maduración en cámaras.
Con este bagaje a sus espaldas, Lechuga inauguró hace pocos meses su “meat bar” donde la informalidad preside el ambiente. A la vista una barra, flanqueda por taburetes algo incómodos, dos pizarras en las que se reseñan sus especialidades y los vinos por copas. En suma, el espacio habitual de un bar en el que no se admiten reservas y donde rige la informalidad en el fondo y en las formas.
Entre los platos más recomendables, el canelón de rabo con puré de patatas, las bravas (mixtas) con salsa roja picante y alioli, las croquetas de jamón, el steak tartar de angus, y el ceviche de carne de ternera, sobrado de aderezos ácidos. Además, el fricandó “finger food”, para comer con los dedos, una buena hamburguesa de ternera y el lomo de buey wagyu, entre otras carnes. Para concluir, crema catalana espumosa, sorbetes y surtidos de quesos catalanes. Todo con un precio medio que gira alrededor de 30 euros. Una pista a tener en cuenta en Barcelona.
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