Un local desenfadado y bullicioso, con barra y mesas que alcanzan al espacio de terraza, cuyo interiorismo, a cargo de Juan Carlos Rodríguez ha sido tan acertado que parece que lleva tiempo funcionando.
Se trata de un modelo de negocio bien concebido que aunque posee cocinas propias a la vista se haya comunicado interiormente con el restaurante gastronómico de este prestigioso cocinero, también recién abierto. En suma una suerte de bistró, “oyster bar” y casa de comidas de alto nivel donde tienen cabida toda suerte de tapas y raciones.
Para abordar este proyecto García ha entrado en alianza con los propietarios de la cadena
Volapié con objeto de repartir entre ambos grupos la gestión creativa y el control financiero del nuevo proyecto. A los pocos días de su inauguración Bibo registra el éxito que era esperable. En esta segunda marca Dani García se desmelena a sus anchas para ofrecer platos surgidos de la espontaneidad que pasa por el filtro técnico e interpretativo de la alta cocina. No en vano cuenta con la experiencia de otros proyectos anteriores como Lamoraga, Manzanilla y Mil Milagros. Con el apoyo de una parrilla de carbón y fuegos anexos a la vista, la brigada pone a punto platos de carnes y pescados particularmente sabrosos. Entre ellos pizzas, hamburguesas de rabo de toro, cebiches imaginativos, gambas al ajillo, cigalas en tempura, bocaditos de tartar con polvo helado de foie gras, y hasta unos chuletones de atún rojo de almadraba absolutamente memorables. Recetas desenfadadas que se elaboran con buenos productos y se tarifan a precios razonables. El espectáculo de la propia barra repleta de ostras, ejemplares de cangrejo real, gambas y otros crustáceos ratifica las ambiciones de su despensa.
Los postres, que llevan la rúbrica de la gran pastelera malagueña Puri
Daza , son otro de los hitos de la casa, según atestiguan su tarta de praliné y el milhojas de crêpes a la crema, una tentación golosa.
Para beber cervezas, y una carta de vinos de más envergadura que la correspondería a un local semejante. El punto final lo pone el café, excelente, elaborado por el joven barista José Badín que convierte cada capuccino en un ejercicio de artesanía gastronómica.
BIBO.
Hotel Puente Romano (Plaza Central). Avda. Príncipe Holenlohe. Telf. 951 607 011.
Cierra domingos noche y lunes. Precio medio 50 € por persona.