Son las 11 de la mañana, pero en la sala de prensa del Hotel María Cristina de San Sebastián no hay tiempo ni para tomar un café. Las entrevistas se agolpan. Hablar de cine gastronómico con Rebordinos y Lucía Olaciregui es una oportunidad que no queríamos perder. Además de ser una autoridad en lo que a filmografía se refiere, son dos refinados gourmets que recorren el mundo sentándose en las mejores mesas y visitando mercados porque para ellos «ahí es donde empieza todo». Hace años que trabajan juntos dirigiendo el Festival de Cine de San Sebastián y sus afinidades son muchas, pero en lo que aún no se han puesto de acuerdo es en cómo les gusta la tortilla de patata. Rebordinos la prefiere con cebolla, con mucha cebolla; a Lucía le gusta con poca cebolla y pimiento verde, muy al estilo de Navarra y algunas zonas del País Vasco.
Muchos… Noma (dice Rebordinos) me interesa su juego con la naturaleza. Él es todo un personaje. Tuvimos un documental en el que se dejó filmar haciendo diciendo unas cosas un poco tremendas, pero me gustaría conocer su cocina. Otro cocinero que me atrae mucho es Bras, pero creo que eso ya será imposible porque está retirado.
A mi me encantaría conocer a un cocinero que trabaja en las Islas Feroe, tuvimos un documental suyo… (Olaciregui se refiere a Poul Andrias Ziska de Koks, restaurante que se ha trasladado a Terranova recientemente, mientras construyen un nuevo espacio en las Feroe). Ese restaurante perdido…
Sí (contesta Lucía con expresión de felicidad) tuvimos la suerte de estar allí con 6 japoneses, uno hablaba perfectamente inglés con lo que pudo transmitirnos todo lo que allí sucede porque te hablan de estaciones, ingredientes, budismo… La experiencia de los dos ancianos, él cocinando y ella tendiendo la mesa, los señores Ishida, es algo irrepetible. Recordamos un yuzu (cítrico japonés) que nos sirvieron completamente blanco relleno de arroz fermentado con calamar y otro marisco. Nunca habíamos comido nada igual. Un sabor dulce… una de las cosas más maravillosas que he comido en mi vida.
Lo comías como si fuera una bamba de nata (apunta Rebordinos) todo se salía y la textura era increíble. Otra experiencia inolvidable fue la de Mil en Perú. Pero en Japón hemos tenido experiencias increíbles, lo de los clubes privados es alucinante. Tal vez la gastronomía japonesa sea la que mejor conocemos. Todos los años tenemos películas japonesas en Culinary Zinema. Haber tenido este año aquí al matrimonio Ishida para presentar la película y que Albert Raurich (Dos Palillos) preparara la cena ha sido maravilloso.
Estuvimos pensando en pasarla a la sección general. Es una película magnífica. Según la ves te dan ganas de comer (explica Rebordinos). Los japoneses aprecian tanto la cocina, la gastronomía, que la tratan muy bien en el cine (Añade Olaciregui), además son tan exquisitos para todo que las imágenes son pura belleza, se ve claramente en Zen Diary, cómo corta, cómo cocina… no es fácil encontrar productos de tanta calidad. Luego tratamos de que todo eso se vea reflejado en la cena que sigue a la proyección, cosa que tampoco es fácil, salvo cuando viene el propio cocinero protagonista del film, como ha sucedido este año con Virgilio Martínez, segundo mejor cocinero del mundo según The World 50 Best.
La verdad es que no, en el circuito de los grandes, no. En Berlín tenían una sección que se llamaba Culinary Cinema. Montaban una carpa y ponían películas. Después hacían una cena para doscientos, parecía una boda. Nosotros lo vimos (explica Lucía Olaciregui) y pensamos que teníamos que hacer algo con la cocina y el cine, estando en un sitio como San Sebastián. Al pensar en cine gastronómico (añade Rebordinos) volvimos la vista hacia el Basque Culinary Center ellos nos podrían apoyar para conseguir contactos con los cocineros. Y así ha sido. En realidad esto es una coproducción con el BCC. Nos permite organizar una cena para 50 personas después de cada película. Unas veces cocinan los propios cocineros protagonistas del film, como en el caso de Virgilio; y otras veces el BCC busca un intérprete.
Al principio lo fue. La patrocinó un festival de cine japonés. Ahora nos estamos planteando la posibilidad de volver al concurso, para darle un poco más de empuje. Incluso hacer una colaboración con otro festival, un festival chileno, que quiere hacer una sección de cine y gastronomía. Nos planteamos dos líneas de acción con el cine gastronómico (continúa Rebordinos), por un lado potenciar la sección y por otro qué puede hacer Culinary Zinema para apoyar el producto local y la gastronomía local. El año que viene habrá novedades.
Cada vez más. En las plataformas funciona muy bien. Pero cuesta encontrar producto de calidad. Recibimos mucho documental de televisión, no tanto cinematográfico. Intentamos buscar ficción y eso es lo complicado (explica Olaciregui) casi siempre nos llega de Japón. Hay casos como Delicioso que es una película que tuvimos aquí y que en taquilla ha ido muy bien. Hay mucho documental a mayor gloria del cocinero (puntualiza Rebordinos), no tienen mucho sentido. Nos ayudan a traer cocinero buenos, pero no es eso lo que buscamos. Este año las tres de ficción creemos que han sido buenas: Zen diary (Japón, Nostalgia y
Hay mucho producto de nicho, cine gastronómico (explica Rebordinos) hecho para las plataformas donde funciona muy bien. No es tan fácil filmar actores como filmar cocina. Hay un público interesado, pero no es nada fácil hacer cine gastronómico huyendo de los tópicos. Los chefs son grandes estrellas mediáticas.
Risas. Pues… (Contestación a dúo). No sabríamos qué responder. Ahí, ahí anda la cosa. Para nosotros esto es nuevo. Lo hemos descubierto ahora. En algún momento hemos dicho «los cocineros son peores» (más risas), pero luego te encuentras con alguno de los «nuestros» y te das cuenta de que no. Muchas veces decimos que «es mejor no conocer a los directores de las películas que amas» (dice Rebordinos), y ahora pensamos lo mismo de los chefs, porque nos hemos llevado alguna sorpresa desagradable. Hay que separar al autor de su obra. Hay muchos egos en la cocina. Parecen estrellas de rock and roll, por fue mucho más fácil traer y tratar a Bono de U2 que a algunos cocineros.
Claramente es arte, pero no todos los cocineros son artistas, igual que no todos los cineastas son artistas. Hay una cocina que es artística. Nosotros somos muy amigos de Andoni Aduriz y para mi, Mugaritz tiene que ver con el arte, hay referencias a muchas disciplinas artísticas. La gastronomía llega a ser un arte, hay quien se queda solo en dar de comer y hay otros que van más lejos. Es un arte en desarrollo y una discusión que tiene que ver con la filosofía y el pensamiento. Los que quieren dejar la gastronomía en una mera artesanía, se equivocan. Tiene una importancia grande en muchos aspectos de la vida y es un elemento transformador de la sociedad. Además de que es una disciplina que provoca enormes placeres, el mismo que ver un cuadro o leer un libro. Tiene un punto efímero, que también me resulta interesante (explica Rebordinos).
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