No cabe duda de que uno se acerca a ciertos libros con precaución. ¿Cocinar con el lavavajillas? Suena un poco a esas placas metálicas que salen en los programas de ecología, pero que están ideadas para gente que tiene menos prisa que la mayoría o que vive en el campo. Quizá ahora los más viejunos oirán la música de McGyver, capaces de hacer cualquier cosa en el lavaplatos.
Y, sin embargo, al César lo que es del César… Lisa Casali ha construido un libro interesante, coherente con las filosofías más ecológicas y, sobre todo, muy práctico y lleno de recetas apetitosas, divertidas y fáciles. ¿Alguien da más? No es alta gastronomía, pero nunca se debe olvidar que la "baja" alimenta y facilita la vida a muchas personas y muchas situaciones.
Para aquellos que se pregunten qué incluye en sus páginas este libro, la respuesta es sencilla: instrucciones para cocinar menús enteros (primero, segundo y postre) a la vez que se lavan los platos. La clave está en utilizar el calor que desprende el electrodoméstico.
Casali desarrolla capítulo a capítulo y paso a paso como organizarse para poder hacerlo y para ello, ha llevado a cabo una larga serie de investigaciones empíricas. Primero habla de la baja temperatura (sí, es esa cocción maravillosa del roast beef) y luego explica qué elementos se deben tener a mano para usar el lavaplatos de fogón. Para empezar bastará con tarros de cristal, pero si la afición se desencadena, será necesario hacerse con una envasadora al vacío.
Cataloga y explica toda clase de recetas en función del tipo de lavado que se haga (aviso a navegantes, pese a que la mayoría siempre tiene el mismo ciclo, hay varios con distintas temperaturas y tiempos). Además incluye menús estacionales (verano, invierno…) o propuestas para el desayuno. Como muestra un botón: Mejillones con pimienta, Compota de fresas con merengues, Sandía a la menta, Terrina de conejo, Melocotones melba, Rollo de pavo con jamón y espinacas, Cuscús con calabacines, guisantes y menta… Hay mucho donde elegir, pero lo mejor de todo es que las recetas son sencillísimas y nada complejas y, para el que no es cocinero, eso es un plus.
En definitiva, que Lisa Casali ni es Joan Roca ni lo intenta, pero hace un trabajo mucho más que digno, diría bastante brillante, en un espacio difícil como es el ecológico y merece el reconocimiento de que su libro ayuda a cocinar de otra manera a gente que, probablemente, no lo haría sin él. Tras sus páginas, hay mucho amor a la cocina.
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