Vivimos tiempos acelerados. Antes, las divisiones entre generaciones eran menos nítidas, y se prolongaban durante tanto tiempo que los cambios de hábitos podían llegar a tardar un siglo. Sin embargo, en nuestros días, por primera vez varias generaciones conviven en el mismo momento. Además, la pandemia terminó de alterarlo todo. Boomers, millennials, generación Z… Cada uno disfruta de lo comida a su manera, pero ¿tan diferentes somos a la hora de comer? Analizamos cómo comen las distintas generaciones.
Actualmente conviven los baby boomers, nacidos entre 1946 y 1964; la generación X, entre 1965 y 1979; los millenials, entre 1980 y el 2000, y la generación Z, entre el 2001 y el 2010. Los estudios hablan de tendencias claramente visibles entre ellas pero, ¿hasta qué punto es así? Los contrastamos con ejemplos concretos para descubrir cómo comen realmente las generaciones.
En general, se encuentran en una edad en la que les preocupa alimentarse de una forma que les permita un envejecimiento saludable, por lo que buscan evitar el sobrepeso y una buena salud cardiovascular. Siguen siempre las recomendaciones de médicos o nutricionistas. Y lo mismo a la hora de hacer la compra, como nos dice Luis Roldán, durante mucho tiempo a los mandos de uno de los locales más emblemáticos de Madrid, El Quinto Vino: “Si el precio lo permite, siempre busco calidad. Y me gusta preguntarle al tendero, porque él mismo me puede indicar la mejor opción dentro de la oferta que hay en cada momento”. Son más leales a los locales, las comidas y las marcas que más les gustan. También, son los que muestran menor tendencia a ir solos; para ellos, comer fuera es una actividad social.
Son puente entre lo analógico y lo digital, y eso les da mucha versatilidad. Leen con atención las etiquetas, y son más abiertos a probar cosas. Eso sí, lo casero es el valor más apreciado, y eso les hace proclives a lo orgánico y lo tradicional. Son buenos consumidores del marketing electrónico, pero tienen poca paciencia cuando se sienten saturados por él. Son la generación que destina más dinero a comer. Y, a la hora de hacer la compra, la astrofísica Eva Villaver nos dice que se guía por la calidad y la salud: “las frutas o las verduras pueden no ser la mejor opción si te fijas solo en el precio, pero para mí es irrenunciable. Necesito que el tomate sepa a tomate”.
Buscan comida que no engorde, tienen un gasto moderado a la hora de comer, y no son leales a las marcas. Sus decisiones se rigen por la comodidad y la conveniencia, y se dejan llevar por su círculo cercano y los influencers. Son los más proclives a comer fuera, no importa si solos, y a la hora de consumir valoran si se trata de comercio justo, productos orgánicos o altos en proteína. Rechazan los hiperprocesados, y los smartphones son fundamentales en su experiencia, bien para informarse, bien para compartirlo en redes. Se fían más de lo que diga internet sobre un producto, que lo que ponga la etiqueta. Claro que hay excepciones, como la de Javier Sanz, que lleva junto a Juan Sahuquillo el albaceteño restaurante Cañitas Maite, galardonado en Madrid Fusión, que dice que “cuando estoy fuera, aprovecho para visitar los mercados de los sitios a donde voy y conocer sus productos. De hecho, nunca he comprado online”.
Son tecnodependientes, y tienen siempre presente en cada una de sus decisiones tanto su propio futuro como el colectivo. Es la generación con mayor mezcla de influencias, y eso lleva a que, aunque hacen el 40% de sus compras online, les preocupe la autenticidad de las cosas. Son los más asiduos a los bocadillos, con el pollo como ingrediente estrella. También consumen hamburguesas, pero quieren saber de dónde vienen sus ingredientes. Y comen donde y cuando quieren, mucho fuera y, a la hora de valorar el precio tienen también en cuenta la calidad. ¿Es así? Para comprobar cómo comen las diferentes generaciones, hablamos con Lucas Vega, estudiante. Cree que “cuando mi generación opta por comer sola, es más habitual optar por el delivery o el take away, más que ir solo y volverte para casa”.
La conclusión que sacamos tras realizar este estudio de los diferentes hábitos generacionales a la hora de sentarnos a la mesa es que: por encima de algoritmos y clasificaciones, siempre queda sitio para la personalidad y los gustos individuales. Afortunadamente.
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