«El aperitivo es sagrado». Cuántas veces hemos oído y hemos dicho eso. Refiriéndonos siempre, por supuesto, a un aperitivo absolutamente anárquico: a las 12 del mediodía o a las 8 de la tarde. Cogemos el aperitivo de aquí y el italiano, somos de mente y de boca abierta. Y en ese aperitivo se ha colado hace ya tiempo el vermut. Hasta los más cerveceros se toman uno bien fresquito, con hielos, naranja y aceituna. Los cuidadosos lo rebajan con un poco de soda y los atrevidos le echan un chorro de ginebra. Esto es a gusto del consumidor. Pero, si nos lo permites, vamos a darte cinco consejos para que disfrutes aún más de tu vermut.
Hay cuatro tipos: el vermut blanco, rosado, seco y negro (o rojo). Este último es más dulce en general, aunque dependiendo de su procedencia y receta, claro, varían los sabores. El más típico para aperitivo suele ser el negro. Y aquí puedes conocer algunos de nuestros favoritos.
No es una ciencia exacta, pero el vermut debería servirse siempre en vaso corto y ancho, nunca en un recipiente alto ni en una copa o vaso corto. El motivo es sencillo: debe servirse bien frío y hay que hacer hueco a los hielos.
Cada uno tiene su manera: con o sin hielo, con limón o naranja, con o sin aceituna… Dependiendo de la composición del vermut, los duchos en la materia te lo servirán como corresponde. Pero si te lo sirves en casa, un vermut negro tradicional siempre agradece esa aceituna y la rodaja de naranja. Y el factor común a todos: hielo. Tiene que estar bien frío, pero no te excedas o se quedará aguado y perderá sabor.
Ojo que el vermut pega fuerte. Si vas a tomar varios o quieres ir despacio, mézclalo con un chorro de sifón o agua carbonatada, nunca con refrescos que alteren su sabor. Estas le darán textura y frescor.
Las aceitunas y las patatas fritas son el clásico que te servirán en todas partes. Pero lo que le va bien al vermut es un buen aperitivo. Para el vermut blanco, todo tipo de platos de pescado y marisco, como berberechos al natural, almejas, mejillones en escabeche, o gambas al ajillo. Aunque también una tabla de quesos, jamón ibérico, frutos secos o unos pinchos son un buen acompañamiento. Y para el vermut rojo, marida a la perfección las tapas e ingredientes de sabor más fuerte como las anchoas, unos boquerones en vinagre, chipirones en su tinta, pulpo con salsa gallega o sardinas en escabeche.
Mientras cocinas, échate un culín tú y otro al guiso. El vermut da un toque especial a recetas como el tomate frito, la merluza, el rodaballo o los salteados, que adquirirán un punto dulce y especiado al evaporarse el alcohol. No te cortes, utilízalo como el vino dulce para cocinar.
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