Creo que es un buen principio decir que tanto vacas, como ovejas o cabras no entienden de cuarentenas. Diariamente, de lunes a domingo, hay que cuidarlas, alimentarlas y ordeñarlas. En muchos casos, dos veces al día. Como consecuencia, todas las personas que trabajan en este sector no han podido hacer ningún parón. Se añade a este escenario que los que elaboran quesos tienen a estas alturas sus cámaras llenas de producto (Semana Santa ya perdida, maduración para temporada de verano….).
El punto final lo pone el cierre de restauración y las limitaciones de compra en tiendas especializadas, mercados, etc.
Autónomos, pequeñas Pymes, sin ayudas por el momento, mermados sus ingresos, con queso sin poder vender y sin esperanza que la situación cambie rápidamente.
Mientras, el sector colabora de forma altruista para paliar los efectos sociales y económicos de esta pandemia.
Sé que muchos aportan producto en las distintas cocinas del proyecto de José Andres (Rey Silo, Antigua de Fuentesaúco, La Casota, Los Caserinos, Taramundi, Vega de Ario) donando quesos para los más desfavorecidos. Ojo, con todo lo que ello implica: transporte, cortarlo y prepararlo para que se pueda incorporar de forma fácil y rápida en las bolsas de comida que se entregan.
También conozco de primera mano otro proyecto. Julia Pérez me habló de la iniciativa de Mario Sandoval y me ofrecí para colaborar con ellos. En el Barrio de San Blas, Madrid, cocinan para más de 60 familias vulnerables (y cada día aumenta el número de personas) en el Barrio de San Blas, Madrid. Algunas de las queserías que ya han colaborado son Galmesano, Elvira García, Quesería Redes, Taramundi, Torta del Casar Virgen del Prado.
Estas iniciativas de gastronomía solidaria llegan a hospitales, a residencias, a domicilios particulares… Sin el trabajo de los chefs y de su equipo no sería posible. Pero tampoco se podría llevar a cabo sin que los productores (queso, carne, fruta, legumbres…) donaran sus productos para realizar estos menús. Y en esto, como en otras ocasiones, el sector quesero español está presente y activo.
Los gastos de local, maquinaria, cámaras, refrigeración, nóminas, seguridad social, etc. no han desaparecido. Para poder seguir con la venta, muchas queserías han tenido que adaptarse y abrir tienda on-line, vía móvil o whatsapp. Para estimular la compra, regalan algo de queso con cada envío, una forma de agradecer y fidelizar al comprador.
Los puntos de venta que sí están abiertas están haciendo lo que pueden con las restricciones que tenemos. La afluencia de público no es la misma, ni tiene que serlo. El confinamiento es necesario y hay que cumplirlo. Por eso, Ángela Barusi y yo misma, quisimos aportar nuestro grano de arena de forma desinteresada: un mapa vía Google Maps con los puntos de venta de queso y productos lácteos. Sólo podemos añadir las queserías y los puntos de venta que nos facilitan por escrito esta información (la Ley de Protección de Datos sigue vigente y, aunque sepamos a título personal de algún punto de venta, si expresamente no lo mandan por escrito, no podemos incorporarlos) En la actualidad, el mapa registra más de 170 puntos, pero faltan más, muchos más. Aún así, ya tenemos acceso fácil y rápido a la compra sin restricciones físicas tanto directamente a los productores como a tiendas especializadas, charcuterías, mercados, etc.
No hemos sido la única iniciativa en este sentido. Gastroactitud añade productores ampliando el abanico en todos los sectores y poniendo nombre a muchísimos.
Otra más, QueRed (asociación de pequeñas queserías artesanas de campo) también ha lanzado un mapa con sus queserías sus adheridas, asociando su estrategia a los quesos artesanos.
El Instituto del Queso (una consultoría especializada) también promueve una campaña con el lema #contagiasalud con 20 queserías elegidas.
Cultivo y sus quinientas tablas, Qava, Marqués de Valladares , Vida Láctea, Aramburu, Casa Danielle…tantas y tantas haciendo promoción. Grandes , medianas o pequeñas apoyando.
Hablamos mucho de volver a la normalidad. Creo que ya no será posible. Después de estos meses, habrá cambios. No tanto cambios externos como cambios profundos. Cambiarán nuestros hábitos sociales, nuestras formas de relacionarnos, movernos, comprar, celebrar…
Y eso no significa que todo lo que viene sea malo. Habrá que ser flexible, cambiar, apostar por nuevas mentalidades… Y, desde mi punto de vista, apostar por el ser humano. Si de algo nos sirve esta pandemia es para darnos cuenta de nuestra fragilidad individual y de nuestra fortaleza colectiva.
Tengo esperanzas en que nuestro sector también sepa unirse y fijar objetivos comunes que favorezcan a la mayoría, no sólo en tiempo de crisis, también en la bonanza.
Como consumidores, lo que podemos hacer para ayudarlos, es comprar y consumir productos de cercanía y de temporada. Larga vida y mucha salud al sector quesero.
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