No es un descubrimiento reciente, cuando los franceses exploraban África occidental –Ghana y Camerún- se dieron cuenta de su existencia allá por el XVIII, observaron que los nativos hacían uso de ella para alterar los sabores desagradables o insípidos (incluso el de algunas aguas). Y no, no es un edulcorante, sino una proteina natural que en contacto con las papilas gustativas las altera durante una media hora y consigue que si se toma un pomelo, por ejemplo, sepa casi a caramelo; no se echa encima del alimento (como las sacarinas), sino que toma antes de consumirlo.
De ahí que se abra un mar de posibilidades para los cocineros que quieren experimentar con los sabores (no pocos) y, más importante, para muchos enfermos. Empezando por los de cáncer que, debido a las terapias, sufren muy a menudo una alteración del gusto (disgeusia) que les quita las ganas de comer (en palabras de algunos de ellos: “Todo sabe metálico”) y, por ende, conlleva una malnutrición que afecta a su recuperación.
El oncólogo estadounidense Michael Cusnir del hospital Monte Sinai ya hizo pruebas con la miraculina (principio activa de la fruta) en 2009 con éxito sobre medio centenar de pacientes. La otra vertiente médica mira hacia las dietas y la obesidad, ya que con las recetas sin azúcares y sin edulcorantes la comida o los postres podrían ser algo apetecible para las personas con problemas de sobrepeso. De hecho, el cocinero Homaro Cantu ya ha sacado un libro de recetas The Miracle Berry Diet Cookbook y ha llevado la experiencia al límite en su restaurante, con donuts sin azúcar muy apetecibles entre otras muchas posibilidades. Todo esto ocurre en Estados Unidos donde la fruta está autorizada por la autoridades, mientras que en Europa, no.
Y ahí es donde aparecen unos emprendedores españoles, que han creado una empresa MagicBerrys con la que quieren traer el producto a Europa, algo que no es tan fácil como parece. Uno de sus tres co-fundadores, Loan Bensadon, explica que “los nuevos alimentos deben cumplir los estándares europeos de seguridad y calidad antes de poder entrar en el mercado. Esto ya se hizo antes con productos como las bayas de Goji o las semillas de Baobab. Para todo ello buscamos una financiación adicional de 100.000 euros además del capital inicial ya aportado por los socios.”. Si saliera todo bien, la empresa que sacara adelante el ensayo tendría una protección de datos, que no es exactamente una patente, de dos a cinco años para poder recuperar su inversión.
De hecho, la idea de MagicBerrys es incluir la miraculina en caramelos, zumos o chicles, entre otras opciones, ya que una de las características de esta fruta o baya es que es muy perecedera. “Hemos hecho pruebas con cocineros, por ejemplo, ocasionalmente hemos hecho catas en La Gabinoteca, y algunos grandes cocineros ya lo han probado. Pero creemos que el gran desafío está en que podría ayudar a personas con disgeusia, que en el caso de los enfermos de cáncer se ven afectados entre el 50 y el 75%, negándoles calidad de vida”.
Tres jovenes socios han creado la empresa, ahora falta un nuevo socio para financiar los ensayos clínicos o quién sabe si un crowdfunding. En definitiva, todavía queda para que se pueda comercializar “la fruta milagrosa” como mínimo dos años. Habrá que estar atento.
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