Guía de auténticos restaurantes belgas en Bruselas

WhatsAppWhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterShareShare

La gastronomía no se ocupa solo de lo que nos encontramos en un plato. Su verdadera riqueza está en conectar la comida con la historia, los lugares y las costumbres. En Bélgica, esta conexión se concreta en los estaminets, pequeños bistrós que han sido durante siglos el corazón de la cultura belga, creando comunidad y preservando tradiciones que han marcado a generaciones. Nuestro objetivo ha sido encontrar auténticos restaurantes belgas en la capital, Bruselas.

Surgidos en la región de Flandes, en el norte de Francia y Bélgica, originalmente estos pequeños establecimientos eran cafés modestos frecuentados por la clase trabajadora. En ellos no solo se servían comidas sencillas y cervezas locales, sino que también se creaban lazos sociales. Hoy en día, los estaminets continúan siendo representativos de la identidad cultural de Bruselas, adaptándose a una clientela más joven y diversa, y son los verdaderos guardianes del legado culinario belga.

Esta selección refleja la riqueza gastronómica de la ciudad, donde la tradición y la innovación conviven en la mesa sin perder su esencia.

Les Brigittines

Place de la Chapelle 5. Tel.: +32 2 512 68 91. Precio medio: 70€. Cierra sábado y domingo.

Entre Sablon, uno de los barrios más elegantes, y Les Marolles, uno de los más populares, es la ubicación ideal para este restaurante. Un local sobrio, con muebles de madera, suelos de parqué, paredes forradas de terciopelo verde y música clásica de fondo. Todo en Les Brigittines rezuma tradición, desde el servicio hasta el menú. Pero, especialmente este último, de un modo elegante y renovado. Aunque los platos cambian regularmente, siempre son una interpretación personal del chef de la cocina tradicional belga, con un enfoque en la alta gastronomía. No se limita a ofrecer recetas clásicas, sino que las reinterpreta con una ejecución refinada y productos de alta calidad.

El más emblemático es el zennepot, que reúne varios ingredientes profundamente bruselenses: col cocida en geuze, salchicha bloempach o wulk, una especie de gran caracol marino. Este plato representa perfectamente el concepto de Les Brigittines, que no es otro que elevar la cocina popular de Bruselas a la alta gastronomía. También cabe destacar el uso de la cerveza, combinando desde las tradicionales lambics hasta las más modernas Zinnebir o Taras Boulba. Hay menús de día (35 €) y de noche (65 €). Además, se ofrece maridaje de vinos por 27 €.

C’est bon c’est belge

Rue de Rollebeek 3. Tel.: +32 2 512 29 99. Precio medio: 45€. Cierra martes y miércoles.

Máxima expresión del restaurante belgo-belga. Situado en una pintoresca calle peatonal, y rodeado de otras opciones culinarias más internacionales, C’est bon c’est belge se resiste aferrado a la ‘belgicidad’. La decoración está compuesta por un cajón de sastre con el único hilo conductor de la cultura belga: un saxofón, fotos antiguas de Bruselas, cajas de speculoos, cómics de Le Chat… El menú está integrado por las recetas más reconocibles de la gastronomía belga, desde las omnipresentes boulettes sauce tomate (albóndigas con tomate) hasta el menos habitual waterzooi de poulet, un guiso de pollo con nata.

La carbonnade flamande, uno de los platos estrella de la cocina belga, es un guiso de carne de ternera cocinado a fuego lento con cerveza negra, cebolla y mostaza. Su sabor profundo y ligeramente dulce proviene de la caramelización de los ingredientes y la elección de la cerveza, que en este caso es la piedboeuf, aportando un toque tostado poco habitual. Tradicionalmente, se acompaña de patatas fritas.

El plato degustación es una opción muy recomendable, ya que está compuesto por raciones pequeñas de cuatro platos principales que van cambiando regularmente. Además de la carbonnade, en el menú pueden encontrarse otros clásicos belgas como el vol-au-vent, un hojaldre relleno de pollo en salsa cremosa, y el stoemp, un puré de patatas mezclado con verduras, que suelen servirse con salchichas

Aunque sin pretensiones sofisticadas, la calidad de los ingredientes y el trato amable hacen que la experiencia sea cálida y auténtica. Los precios son más asequibles que en otros establecimientos cercanos en Sablon. Además, ofrecen menú del día por unos 20€. A la carta, el precio ronda los 45€.

Le Selecto

Rue de Flandre 95. Tel.: +32 2 511 40 95. Precio medio: 50€. Cierra domingo y lunes. 

El restaurante está a una cómoda distancia del centro turístico, la suficiente para no estar repleto de turistas. Le Selecto mantiene la forma de un estaminet, pero no el fondo. El espacio presenta todas las características clásicas, como las mesas prácticamente amontonadas, un sofá corrido a lo largo de toda la pared, paredes llenas de viñetas inconfundiblemente belgas y pizarras con los menús. Los platos, sin embargo, se alejan de la cocina sencilla y casera que suele predominar en los establecimientos de este tipo.

Empezando por seguir las estaciones y siguiendo por abrazar sin complejos técnicas modernas y productos internacionales. Ejemplos de ello son el uso de ingredientes como la fregola sarda italiana, el pesto de pistacho o la panceta de Carrara, así como técnicas menos tradicionales como la cocción lenta al vacío o la incorporación de mousselines ligeras en lugar de acompañamientos más comunes.

También la carta de vinos, más extensa que la de cervezas, refuerza su apuesta por una experiencia gastronómica más sofisticada. La cocina está a un nivel algo superior al servicio, aunque sin desmerecerlo.

La Formule Trio, entrada, plato y postre, se ofrece por 52 €. Hay distintas combinaciones de platos predefinidas según las cuales se calcula el precio final.

Salmón relleno de remolacha

Manneken Pis Café

Rue des Grands Carmes 31. Tel.: +32 471 51 92 31. Precio medio: 60€. No cierra. 

Está ubicado frente al famoso «niño meón«. La planta de abajo es un bar, mientras que el restaurante se encuentra en el piso superior. Tanto por la distribución de la sala como por el menú, Manneken Pis Café es una reinterpretación moderna del estaminet. Decoración más contemporánea, aunque manteniendo el tono clásico y sin prescindir de una gran mesa central y, sobre todo, cocina abierta, lo que es una auténtica rareza. El menú presenta el mismo concepto, con clásicos belgas reinterpretados. Por ejemplo, la carbonnade flamande se hace con carrillera en lugar de con la tradicional tapa.

Los mejillones con morcilla, el kimchi de coles de Bruselas o el volován de pescado son otros ejemplos de platos en los que se sustituye algún ingrediente tradicional.

Es recomendable probar el pottekeis, en el restaurante o en el bar. Esta especialidad bruselense se elabora mezclando ettekeis, queso de Bruselas extremadamente salado, con mandjeskaas, una especie de queso fresco. Aunque ya no es común en muchos menús, aún se puede encontrar en algunos estaminets. Por el lado negativo, los platos no se cocinan in situ, solo se calientan. Se nota especialmente en las patatas fritas, que hay que tratar de evitar. Un entrante, un par de platos y postre puede salir por alrededor de 60 €.

L’Ancien Bruxelles

Rue des Renards 32. Tel.: +32 2 513 91 55. Precio medio: 45€. No cierra.

Si alguien se despertara de repente en L’Ancien Bruxelles, sin saber cómo ha llegado hasta ahí, no tardaría más de dos segundos en adivinar que está en Bélgica. El interior está repleto de detalles que evocan la identidad belga: latas decorativas antiguas, retratos de la familia real, banderas, mapas… ¡Incluso un Manneken Pis en la barra!. El comedor, aunque pequeño, tiene un ambiente acogedor que invita a quedarse, con mesas cercanas que fomentan la conversación.

En el menú destacan platos como el lapin aux pruneaux (conejo con pasas), una especialidad belga menos conocida que el popular lapin à la kriek (conejo a la cerveza de cereza), así como las croquettes de légumes (croquetas de verduras), que ofrecen una alternativa creativa a las tradicionales croquettes de crevettes (croquetas de camarones). Además, incluye opciones más inusuales como los rognons de veau (riñones de ternera) y el waterzooi de poissons, un guiso de pescado en salsa de nata. El precio es de alrededor de 45 €, aunque existe la opción de menú por 35 €.

Conejo con pasas

Zotte Mouche

Rue de l’Ecuyer, 47. Tel.: +32 2 648 64 12. Precio medio: 40€. Cierra lunes y martes.

La versión más desenfadada y moderna del estaminet. Música e iluminación discotequera. La decoración del local no deja lugar a dudas de que el ambiente de fiesta es lo primordial. En este contexto, los platos pueden calificarse como ‘resultones’, ya que, aunque no alcanzan un nivel de alta gastronomía, cumplen con las expectativas de sabor, abundancia y presentación atractiva.

El menú cumple con todos los clásicos: sopa de cebolla, fiambres de las Ardenas, croquetas de gambas, carbonnade, albóndigas con salsa de tomate, morcillas, volován, endivias gratinadas o stoemp. También tiene una variada selección de cervezas, tanto de grifo como de botella.

Por su ubicación, a dos pasos de la Grand Place, la rapidez del servicio y la selección de platos clásicos, Zotte Mouche es una opción muy interesante para quien esté de paso y quiera un muestrario rápido de la gastronomía belga. Un menú compuesto por entrante, plato y postre puede costar alrededor de 40€, aunque muchos de los entrantes son suficientes para un par de personas o como plato principal.

Au Stekerlapatte

Rue des Prêtres, 4. Tel.: +32 2 512 86 81. Precio medio: 55€. Cierra lunes.

A la sombra del Palacio de Justicia, Au Stekerlapatte podría pasar completamente desapercibido si uno camina distraído. Sin embargo, probablemente es el restaurante de esta lista que más mantiene el espíritu original de los estaminets. Sus interminables bancos corridos, las mesas súper juntas y las paredes forradas de paneles de madera y espejos crean el entorno perfecto. Además, su menú ultra local refuerza esta conexión con la tradición culinaria.

Uno de sus platos más originales es el boudin bloempanch, una especialidad bruselense. Es un tipo de morcilla (boudin noir) elaborada a base de sangre de cerdo, grasa, cebolla y especias, mezclados con pan o cereales. En la actualidad, su presencia en los menús de Bruselas es un homenaje a la herencia culinaria de la región, y su combinación con manzanas caramelizadas y ensalada de endivias en Au Stekerlapatte lo convierte en un plato imprescindible para quienes desean probar la auténtica cocina belga.

Entre los postres se incluyen la mousse de speculoos, unas galletas especiadas que son una parte esencial de la tradición belga, o el gofre de Bruselas, más ligero y menos dulce que su contraparte de Lieja.

Au Vieux Saint Martin

Place du Grand Sablon, 38. Tel.: +32 2 512 64 76. Precio medio: 60€. No cierra.

En plena Place du Grand Sablon, Au Vieux Saint Martin es un restaurante que combina una decoración moderna con un menú de clásicos belgas. Las porciones son generosas y la calidad de los ingredientes es indiscutible. La elaboración es casi siempre buena, aunque no destaca por su capacidad de innovación. El menú incluye clásicos como volován, gofre de Bruselas, waterzooi de pescado o el café liégeois.

También ofrece opciones menos comunes, como los boudins noir et blanc servidos con puré terre et ciel (puré de patatas y manzanas) y la carbonade flamande sobre tostada con mostaza, que añaden una interpretación diferente a las recetas tradicionales belgas. A destacar el queso de cabra de Durbuy con miel, una especialidad que sobresale por su producción artesanal. Este queso se caracteriza por su cremosidad y un sabor equilibrado entre lo ácido y lo dulce, lo que combina a la perfección con la miel local.

La experiencia en general es satisfactoria, aunque uno no puede evitar pensar que está pagando más por la ubicación que por el servicio o lo que se ofrece en el plato.

Carbonada flamenca

La Roue d’Or

Rue des Chapeliers, 26. Tel.: +32 2 514 25 54. Precio medio: 60€. No cierra.

Situado a escasos metros de la Grand Place, este pequeño restaurante recuerda más a una brasserie clásica que a un estaminet. El mobiliario de madera oscura, las mesas de mármol, los vitrales de estilo art nouveau y una fuente ornamental tratan de crear un ambiente elegante. Además de las recetas clásicas, la casquería también forma parte de la tradición culinaria belga. En el menú encontramos riñones de ternera con salsa de estragón o mostaza, manitas de cerdo, tuétano, andouillette 5A y, ocasionalmente, lengua de ternera. En La Roue d’Or también hay una buena muestra de platos franceses como escargots de Bourgogne o sole meunière. La clientela es muy local, sobre todo entre semana, pero su ubicación eleva el precio medio hasta los 60€.

Caracoles

 

Si te gusta la gastronomía y quieres ampliar tus conocimientos, fórmate con nosotros. Curso online de Cultura Gastronómica, incluye catas, actividades y clases con profesionales del mundo de la gastronomía.

Jorge Rodríguez Sacristán

Licenciado en Economía, aunque trabajando siempre en tecnologías de la información. Afincado en Bruselas desde hace años, le apasiona viajar por el mundo y probar la gastronomía local.

Barcelona: restaurantes escondidos que te van a gustar

Hay tanto donde elegir que es posible saltárselos, pero merece la pena conocerlos.

14 horas

La Selección Española de Carniceros debuta en el Mundial de Carnicería

Participan por primera vez en el prestigioso World Butchers' Challenge que se celebra en París.

4 días

Ana Lázaro, ganadora del XIII Concurso de Gamba Roja de Denia

El plato “Prímula y Gamba Roja de Denia” ha sido el ganador del concurso.

6 días

8 restaurantes que marcan tendencia: no vayas con tus amigos

Para disfrutar en ellos hay que concentrarse en la cocina y estar predispuesto a la…

1 semana

El ocaso del caviar

De símbolo de lo exclusivo a aderezo de rutina y a los excesos del "fast…

1 semana

Grandes Pagos de Olivar cumple 20 años

El restaurante Deessa de Quique Dacosta fue el elegido para celebrar el aniversario y presentar…

1 semana