¿Sabías que más de la mitad de los españoles no se prepara comida asiática en casa a pesar de que es la que más se pide a domicilio? Según datos publicados recientemente, el 40% de los pedidos a domicilio de comida preparada son de restaurantes asiáticos o de fusión. No obstante, en casa, son muy pocos los que se atreven a experimentar con los ingredientes de la cocina asiática.
A pesar de que en muchos casos son recetas bastante sencillas a nivel técnico, los datos apuntan que en el 51% de los casos, los españoles no sabemos cómo preparar esos platos, y también revelan que en un 32% de las ocasiones la dificultad radica en no saber dónde comprar los ingredientes adecuados, ya que los lineales de producto oriental de los principales supermercados en España, incluso los más grandes, dejan bastante qué desear.
Hemos preparado el listado definitivo de los principales ingredientes orientales que todo verdadero aficionado a la cocina asiática debe siempre tener a mano y que puede conseguir fácilmente en línea, o en cualquier tienda asiática de alimentación cerca de casa. Estate atento porque esto viene por entregas. Hoy comenzamos con Asia. Seguiremos con Japón.
Es como nuestro aceite de oliva, pero para los asiáticos. No cocinan casi nunca sin ella. Está elaborada básicamente de agua, soja y sal así que sustituye a la sal casi siempre en todos los platos en los que interviene. ¡Atención celiacos! Muchas llevan trigo, porque sirve como acelerante natural de la fermentación, pero se pueden encontrar en versión sin gluten, por ejemplo, el tamari.
Hay cientos de tipos, pero como usuarios “amateur” no es necesario que hagamos un master para diferenciarlas y usarlas adecuadamente. Siendo sinceros, ni siquiera somos capaces de diferenciar muchas veces las variedades de aceituna en los aceites de oliva así que centrémonos en buscar una que sea lo más versátil posible, fermentada de forma natural y con la lista de ingredientes más corta que podamos (evitar especialmente las que lleven azúcar o edulcorantes y/o aditivos o ingredientes con E’s).
Por norma general deberíamos evitar marcas blancas y marcas no asiáticas: para ello hay revisar bien la parte de atrás de los envases, hay muchas y muy conocidas que se fabrican en Europa. Al usarla, recordar ir siempre de menos a más y tener en cuenta que aporta, casi siempre, toda la sal que va necesitar el plato.
Pruébala: en un salteado o wok de verduras, para marinar muslitos o alitas de pollo con una cucharada de miel, o para mojar piezas de pescado crudo o de sushi.
Los fideos de arroz se usan en multitud de platos asiáticos y son mucho más fáciles de usar de lo que imaginas. Se cocinan en apenas dos o tres minutos dando lugar a un fideo semitransparente con muchísimas utilidades en cocina: se pueden añadir a sopas de todo tipo, pueden tomarse escurridos y mezclados con cualquier otro ingrediente o incluso pueden freírse para adquirir una textura crujiente y un sabor delicioso. Pueden ser de tipo tallarín, con diferentes grosores o incluso en versión vermicelli de fideos muy finos. En la variedad está el gusto.
Pruébalos: lanzándote a cocinar tu primer pad thai, que es uno de los platos más conocidos de Tailandia, consistente en una mezcla de fideos de arroz, verduras, pollo o gambas, cacahuete y salsa de ostras, con un delicioso toque de cilantro y de lima.
Se trata de una salsa de chile, pero mezclada con azúcar, vinagre, sal y pasta de ajo. Esta atractiva mezcla de ingredientes la convierten en un picante tolerable, con toque dulce y notas de frescor. Se recomienda ir de menos a más con este producto, cuyo nombre honra a su lugar de origen, las playas de Si Racha al Sur de Tailandia.
Es difícil encontrarla en supermercados, pero sí en las estanterías tiendas de alimentación oriental. Existen en varias intensidades de picante y se presentan también mezcladas con ingredientes varios. Se recomienda empezar por la básica (sin sabores añadidos) y de intensidad media, que en la mayoría de casos tiene el tapón de color verde.
Pruébala: Dando toques de frescura y picante en sándwiches, en ensaladas, en platos a los que les falta un punto de sabor. Es además un ingrediente preciado, y a veces secreto, de salsas bravas y picantes de muchos restaurantes.
Cuando en el mundo de la restauración la salsa de chile sriracha, de origen tailandés, dejó de ser novedosa, los cocineros descubrieron el Gochujang. Esta palabra de origen coreano significa pimiento (gochu) y pasta de soja fermentada (jang). Vamos, una bomba de sabor, con un picante sabroso y profundo como pocos que puede recordar, como ingrediente, a un buen pimentón de la vera o, si me apuras y aunque te resistas a creerlo, a un chorizo.
Pruébalo: en una versión vegetariana de tus mejores lentejas que alucinarán al personal, mezclándolo con tomate para hacer una salsa brava o si te lanzas, en tu primer bibimbap casero, que es un plato coreano completo elaborado con una base de arroz cocinado a la piedra en un bol, y cubierto por gran variedad de verduras en juliana, un poco de carne picada y un huevo frito. Si no lo has probado, ya estás tardando…
Se trata de una salsa que podríamos considerar como la versión china de la salsa barbacoa: espesa, oscura, dulzona… muy rica. Esta salsa se parece bastante, en lo que a ingredientes se refiere a la salsa agridulce, pero añadiendo soja, ajo, vinagre y chile. Si la has probado alguna vez, es probable que fuera en un restaurante chino y recubriendo un plato icónico, el pato Pekín, que en realidad en China se cocina con una salsa especial, que no llega a España tan fácilmente como la hoisin.
Pruébala: como si fuera una salsa barbacoa en cualquier receta de pollo o cerdo guisado, o como salsa para complementar montaditos o wraps elaborados a base de carne y envueltos en lechuga, como si de un taco se tratara.
Se trata de uno de los condimentos más típicos de la cocina tailandesa. Es dulce y picante, pero menos que la sriracha ya mencionada, y está elaborada principalmente a base de guindillas rojas, vinagre y azúcar. En Tailandia se usa para condimentar todo tipo de platos: vegetales, con carne, pescado y hasta en las ensaladas.
Pruébala: para dar un toque dulce y picante a tu próxima ensalada, o incluso como salsa para dipear o mojar crudités de verduras o palitos fritos de verdura.
De esta salsa de origen chino y larga tradición gastronómica podemos decir que es la gran desconocida de Asia, tanto en lo que realmente es como en la manera de usarla. Deberías saber que su contenido de ostras no le aporta sabor a pescado, sino que lo convierte en un potenciador de sabor de gran fuerza, capaz de aportar el denominado umami (el quinto sabor, el más equilibrad e intenso) a cualquier guiso o salteado que la incluya. Por eso es el ingrediente asiático definitivo que usan todos los locales de wok en sus salteados y que confiere ese toque de profundidad de sabor imposible de conseguir solo con salsa de soja.
Pruébala: en tu próximo salteado asiático de fideos y verduras en casa y ¿por qué no? en la base de tu próximo guiso casero al que quieras aportar un extra de sabor.
Es algo parecido al famoso garum de los romanos ya que se elabora a partir de pescados o mariscos fermentados o en salazón. Es un ingrediente primordial en la cocina tailandesa (nam pla) y vietnamita (nuoc man), aunque existe una enorme variedad en toda Asia, desde China hasta Filipinas (patism) pasando por Japón (shottsuru). Su olor es muy fuerte y a los occidentales nos resulta muy desagradable, tanto como a los asiáticos nuestros quesos azules, pero le aporta un inconfundible sabor a los platos, siempre que se agregue la cantidad adecuada.
Pruébala: en un curry tailandés, en cualquier guiso o sopa. Al añadirla el guiso adquiere mucha más profundidad y no necesita sal.
Elaborado a partir de las semillas de sésamo (ajonjolí). Tiene mucho aroma y un sabor característico con notas a avellanas y frutos secos.. Si se te va la mano tendrás un problema. Se utiliza en frías y calientes. Es más ligero que el de coco y más saludable que el de cacahuete. Se usa principalmente en China y Corea. Con el calor se degrada fácilmente por lo que se recomienda usarlo en crudo o añadirlo al final de los platos. Nunca para freír. Para los fritos orientales lo mejor es utilizar aceite de girasol que no aporta sabor.
Pruébalo: aliñando pescados crudos o asados ya sea en horno o parrilla. También para aderezar ensaladas o en rellenos de empanadillas.
Imprescindible en los currys tailandeses y en el famoso postre «mango sticky rice». La grasa de la pulpa del coco es la que permite obtener del coco un producto semejante a los lácteos, aunque obviamente no lo sea, que se utiliza para ligar guisos y salsas. Para obtenerla el coco se tritura (pulpa y agua) hasta obtener una mezcla densa que después se filtra. Aunque nada tiene que ver la leche de coco fresca que se prueba en países como Tailandia o Filipinas, hay algunas marcas muy conseguidas, pero ojo no todas son iguales. En este enlace llevamos a varias leches de coco a examen. Hay que diferenciar la leche de coco (coconut milk) de la crema (coconut cream) que lleva azúcar añadida y se utiliza para elaborar postres.
Pruébala: para ligar un buen curry o añádesela a una crema de calabaza, alubias o legumbres. Es importante dosificarla bien. Si se la añades al arroz obtendrás un arroz con leche pero con un toque muy asiático.
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