Para Isabel Coixet, el cine es su vida, algo que podíamos imaginar, pero confiesa que la gastronomía se cuela en él, que sus personajes muchas veces se ven definidos por lo que comen. Quizá, ella también se define a través de sus decisiones gatronómicas. Recorrer 156 kilómetros para comer, saber lo que cuesta un gamba de Palamós y encontrar en el plato placer, sabiduría y cultura, dice mucho de la cineasta que presenta Le Sostre Groc en el Festival de Cine de San Sebastián, un documental que da voz a quienes se la quitaron, otra faceta que define a Coixet.
Comer siempre me ha gustado. Esa cosa de escoger, nutrirte de otras cosas que no son las que te pone tu madre. Creo que fue a los veintitantos, cuando tuve un novio que era supergastrónomo, de estos que eran capaces de hacerse los kilómetros necesarios para ir a comer a un buen sitio. Una vez me dijo de ir a Puigcerdá desde Barcelona (unos 156 Kilómetros) porque le habían dicho que allí se comían las mejores pizzas.
Para mí, la gastronomía forma parte de la cultura. Igual que te vas a Cáceres a ver el nuevo museo que ha puesto la Fundación Helga de Alvear, te vas al sitio que ha ganado un concurso de pinchos. Es un poco todo el pack. Me gusta descubrir sitios y lo que más me gusta es compartirlos con los demás. Aunque es cierto que no tengo ningún problema en ir a comer sola. Si hay que probar algo, se prueba; acompañada, sola o como sea.
Ese es otro tema. Este fin de semana he estado en un sitio con varios amigos y se quejaban de los precios, sobre todo los hombres. Y yo les decía, ¿pero no vais al mercado? Las gambas de Palamós no sabéis a qué precio están. Todas estas elaboraciones tan trabajadas, este lugar tan bonito con camareras estupendas, todo esto vale dinero. Si hay algo en lo que me parece bien gastarme el dinero, es en restaurantes, la verdad.
Es diferente porque el cine para mí es mi vida, pero sí que es verdad que de alguna manera la gastronomía también se ha metidos en mis historias y, de hecho, siempre hay personajes que se ven definidos por lo que comen y la alegría o la nada que les proporciona comer. Por ejemplo, a Hannah, de La vida secreta de las palabras (2005), una de las cosas que acompañan su depresión es que come siempre lo mismo: unos nuggets de pollo y una manzana, y eso es de una tristeza inmensa. El momento en que ella va la plataforma petrolífera y el personaje de Javier Cámara le descubre y redescubre los sabores y los placeres de la cocina supone un despertar vital en ella.
Tiene un papel muy importante, se mete en lo que cuentan mis personajes. Mis historias muestran todas las facetas de la vida de las personas y una de ellas es la gastronomía, y sobre todo las filias, las fobias, las cosas que te gustan y las que no, las que prepararías a otra persona y las que preparan para ti. Y la relación que tienes con el cuidado a los demás.
Un poco por casualidad. Un día se me ocurrió y escribí el guión. Creo que HBO lo entendió enseguida y creyeron en el concepto de aunar la comida y el amor, que es de lo que se trata. Una de las cosas que me permitió Foodie Love fue poner en la pantalla sitios que me gustan y sitios que no existen, pero me gustaría que existieran. Fue para mí un gran viaje, muy bonito la verdad.
El cierre de Foodie Love es muy completo. Esa idea de exprimir las cosas al máximo siempre me ha parecido un poco obscena (bromea). Se me ocurren cosas que les podrían pasar a ellos o a otros personajes en esa tesitura, pero no veo la necesidad de una segunda temporada.
Ahora estoy grabando un documental en La Alberca, en Salamanca, sobre el cerdo de San Antón, que durante un tiempo está suelto por el pueblo. Forma parte de una serie para Apple TV en Estados Unidos que se llama Omnivore y habla sobre los elementos clave de la alimentación en el mundo. El guión lo ha escrito Matt Goulding, que es un guionista que trabajó muchos años con Anthony Bourdain, y es muy interesante. La serie tiene que ver con la gastronomía. Se habla evidentemente sobre la elaboración del jamón y todo lo que se saca del cerdo; pero también, muestra ese vínculo que tenemos con un animal del que lo aprovechamos todo. Estamos rodando a fragmentos, pero la matanza seguramente no saldrá. Su productor ejecutivo es René Redzepi, del Noma, y se está rodando en 20 países.
He trabajado con guiones de otras personas, pero siempre los he adaptado o he intervenido en ellos, aportando las cosas que me interesan o que sé hacer. Sin embargo, para mí siempre es mejor y más cómodo trabajar con mis guiones porque creo que además es más divertido, me llena y me gusta. Si recibo un guión maravilloso, no lo toco, pero intento siempre escribir yo. En el caso de Foodie Love, lo pensé, lo escribí, lo produje y lo dirigí.
Sí que me cuesta, le doy muchas vueltas y me lo pienso mucho. De alguna manera me cuestiono siempre si lo que escribo tiene o no sentido, si aporta algo, si hay mucha gente o no hablando del tema. Sobre todo, los artículos. Los guiones, cuando tienes una idea que se convierte en obsesión, tienes que escribirlo. Tienes que ver las cosas en tu cabeza.
Es todo eso, te pondré un ejemplo. Vas a un bar y te ponen un bocadillo de fuet y puede ser un espanto, o puede que, casi con los mismos elementos, sea algo fantástico. Por eso creo que sí que hay algo de misterio, de sabiduría, de placer y de consuelo hasta en hacer un bocadillo. Habrá gente que pensará que no, pero todos estos elementos están en la gastronomía.
Cocino cosas muy simples, pero me gusta cocinar. Eso sí, creo que puedo afirmar que sé comer. Después de todos estos años comiendo en millones de sitios, desde la tasca más oscura que te puedas imaginar hasta el lugar más sofisticado, creo que es algo que puedo decir que sé hacer.
A veces pienso qué hubiera hecho si no hubiera hecho cine, pero no lo sé. Su vida es muy dura, pero la mía también lo ha sido. Yo he rodado en circunstancias que querría ver a algunas personas en ellas. Creo que es mucho mejor disfrutar de los que cocinan de puta madre (bromea).
De los estrellados te diría Disfrutar, me gusta mucho ese rollo lúdico que te dan, siempre sales bien. Les Cols, El cenador de Amós, La tasquita de enfrente; otros sin estrella como La Pepita por sus tapas o el atún del Topic, La Mundana… ¡Hay muchísimos!
Las mujeres necesitamos dar el callo tres veces más que un hombre para demostrar nuestra valía. Yo siempre se lo explico a todas las mujeres que empiezan en cualquier disciplina. Si eres mujer, ¿puedes llegar a donde quieres llegar? Puedes, pero prepárate porque hay peajes, hay que trabajar tres y cuatro veces más. En el mundo del cine, aún hoy, sigue siendo así.
Sí, pero la cuestión es: ¿cuántas de ellas hacen la segunda película? ¿Cuántas la tercera? Yo he conseguido hacer 14 películas, por ello tengo cicatrices de todo tipo, por dentro y por fuera, de todas las cosas que he tenido que hacer para hacerlas. Soy gata inquieta, por eso he sido tan prolífica.
Ya se han hecho películas sobre mujeres cocineras… Yo creo hay una cosa de por qué les resulta tan difícil destacar a las mujeres cocineras y es que está claro que las mujeres todavía somos las que cocinamos en casa principalmente, eso no destaca, es lo normal. Pero eso sí, siempre oímos el comentario de alguna mujer que dice que su marido o pareja hace una barbacoa estupenda. Y claro, esto es una vez al mes. Pero el día a día son las mujeres, y partiendo de ahí no vamos bien.
Cuando realmente exista una división de las tareas domésticas igualitaria entonces igual las cosas pueden ser de otra manera. Pero eso sería en un mundo fantástico e ideal. Uno de película.
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