En Cambados, capital del albariño, la juerga se repite el primer fin de semana de agosto, desde hace 63 años. Y lo cierto es que en cada edición de la Fiesta del Albariño, el jolgorio va a más, sobre todo porque los vecinos más jóvenes del pueblo –así como visitantes mejor dispuestos a empinar el codo– aprovechan la ocasión para beber como si el fin del mundo estuviera a la vuelta de la esquina. Y no sólo se echan al buche el bendito albariño, sino también cubatas, calimochos y lo que caiga, en una suerte de botellón apocalíptico que se extiende durante cinco días. Tal es así que, a la hora punta del desparramo, apenas se puede andar por el centro de Cambados, sorteando cuerpos tambaleantes y sus correspondientes fluidos.
En fin, es una pena que a algunos les dé por celebrar el albariño de tal forma, porque la fiesta consagrada al más célebre de los blancos gallegos es tan grande como bien merecida.
Por eso es oportuno apuntar que durante las jornadas de la Fiesta del Albariño hay mucho más que borracheras masivas e incontroladas. Este año, la celebración se inició el 29 de julio y concluyó el 2 de agosto, hace apenas unas horas.
Como siempre, el programa incluyó de todo un poco: conciertos callejeros (Nancys Rubias, la noche del pasado sábado), degustaciones gastronómicas, actividades infantiles, concursos de diseño de camisetas, procesiones de cofradías e investiduras de damas y cabaleiros do albariño (una de las elegidas este año fue Sarah Jane Evans, presidenta de los Masters of Wine).
Para los enómanos, el principal atractivo de la fiesta son las degustaciones públicas del propio albariño, claro. Y siempre hay mucho para probar: en el Paseo da Calzada, este año se repartieron hasta 40 puestos de bodegas de la D.O. Rias Baixas, ofreciendo sus vinos del año a precios populares. Unas calles más arriba, el Túnel del Vino permitió que los aficionados más curiosos pudieran descubrir las otras caras del blanco en cuestión: vinificaciones especiales, añadas antiguas, vinos espumosos… ¡Hasta 450 referencias para probar, sólo en este área!
Las cifras bailan, pero hay quien dice que en los cinco días que dura la fiesta se consumen más de 50.000 botellas de albariño. "Algunas bodegas pequeñas venden la mayor parte de su producción anual durante la fiesta", reveló a este servidor el presidente del Consejo Regulador de la D.O. Rias Baixas, Juan Gil de Araujo.
Por fin, la Fiesta del Albariño coincide también, desde hace 27 años, con el concurso del albariño del año, al que en esta edición se presentaron más de 50 blancos de la añada 2014.
Las normas del campeonato oficial del albariño joven son serias y rigurosas, como no podía ser de otra forma. Quien firma este post tuvo el honor de repetir, en estos días, su papel como miembro del panel de cata, catando a ciegas y calificando más de 40 muestras, durante dos jornadas, junto a otros colegas de la prensa, enólogos y demás expertos.
Todo ello, para coronar como mejor albariño del año a Lagar da Costa 2014, elaborado por una pequeña bodega familiar en el pueblo de Castrelo, vecino a Cambados. El segundo vino mejor valorado por el jurado fue Gotas do Mar 2014, procedente del Condado de Tea; y el tercero, Paco y Lola 2014 –el más conocido de los tres porque se distribuye a nivel nacional–, que produce la bodega del mismo nombre en Meaño, en el corazón del valle del Salnés. Todos ellos son albariños de calidad apreciable en una añada que resultó muy complicada para los viticultores. Lo cual sin duda incrementa su mérito.
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