Héctor Escalona es el sushiman de Le Japonais, con una propuesta a la carta u omakase —tiene tres menús cerrados— basada en el producto de temporada de la más alta calidad. Y protagonizada por nigiris, tartares, sashimis o el suculento caldo osuimono, todo cocinado al momento. De martes a sábados, de 13.00 a 20.00 h y en apenas 20 m², este córner brinda una oferta culinaria única. Un alto en el camino sin parangón en plena tienda, a la altura de cualquier restaurante de alto nivel, donde el detallismo y una cocina honesta marcan la diferencia.
Ubicado en el supermercado de El Corte Inglés de Marbella, este es el último proyecto del empresario hostelero Miguel Ángel García Marinelli. Quien ofrece una experiencia gastronómica japonesa exclusiva; el stand cuenta con una zona de take away, con una amplia selección de bandejas de sushi y con una barra japonesa de degustación para solo cinco comensales.
Es un día cualquiera en un céntrico supermercado de Marbella. Cientos de personas deambulan por los lineales en busca de productos con los que llenar el carro de la compra. Sin embargo, junto a la pescadería, desde hace apenas unas semanas, un sorprendente córner llama poderosamente la atención de los clientes. Le Japonais es la última novedad gastronómica que incorpora el supermercado de El Corte Inglés de Marbella. En aras de ofrecer a los clientes una experiencia inmersiva con Japón como absoluto protagonista. Como si en un mercado nipón nos encontrásemos, donde podemos ver el pescado en el mostrador de las pescaderías y, a pocos pasos, un espacio donde degustarlo. Le Japonais invita a un viaje por este país y por su gastronomía más pura en dos versiones.
Por una parte, el puesto cuenta con un apartado take away, donde el cliente puede escoger entre una amplia selección de bandejas de sushi para llevar a casa. Y, por otro lado, una barra japonesa de degustación en la que el sushiman promete una experiencia única. En este último caso, ya sea a la carta u omakase —tiene tres menús cerrados—, articula una propuesta
en torno al sushi basada en el producto de temporada de la más alta calidad. Con materia prima local y alguna importada del país asiático. Como, por ejemplo, el arroz koshihikari —variedad por excelencia para la elaboración del sushi y otros platos japoneses—. Se completa con un trato personalizado y cercano con el cliente y todo lujo de detalles decorativos. Concentrados en apenas 20 m² para presentar una parada gastronómica a la altura de cualquier “restaurante con estrella”.
Le Japonais es la última aventura del reconocido empresario hostelero Miguel Ángel García Marinelli, Premio Nacional de Gastronomía. Y, además, profesional con más de 20 años de experiencia en la creación y dirección de espacios gastronómicos. Entre sus proyectos está Le Bistroman, restaurante de referencia de cocina tradicional francesa en Madrid.
Una propuesta que se completa con la destreza, la habilidad y el talento indiscutible del sushiman Héctor Escalona. Al frente de la barra de degustación donde cocina en vivo y en directo nigiris, sashimis, tartares o la suculenta sopa osuimono.
El resultado son elaboraciones propias de la más alta cocina japonesa y, en eso, tiene mucho que ver la trayectoria de Escalona. Desde que comenzó en el mundo de la hostelería siempre ha estado al lado de grandes nombres. Como con Martín Berasategui, en Martín Berasategui; con Ricardo Sanz, en Kabuki; con Dani García, en Calima y Lobito de Mar; con Ángel León, en Aponiente, o con David Arauz, en el Grupo Bambú —durante dos años y medio estuvo en 99 Sushi Bar; también trabajó otros dos años y medio en 99 KÓ, donde como jefe de cocina logró una estrella Michelin en 2019 y dos soles de la Guía Repsol—. Por el momento, solo cinco comensales pueden disfrutar de este exclusivo proyecto puesto en marcha por estos dos maestros del sector.
Sentado en la barra, el comensal es testigo de cómo el cocinero cuida al máximo las técnicas de corte, que realzan los sabores y texturas del género. A pesar del poco espacio, todo está hecho al momento; los bocados se preparan, se cortan y se maceran al instante. El resultado es un sushi purista elaborado con producto de la máxima calidad y con fermentaciones caseras con el único fin de rendir tributo con rigor a la cultura gastronómica nipona. Con una cuidada puesta en escena, el itamae —nombre que reciben los cocineros de sushi en Japón— lleva a cabo una cocina honesta donde el producto fresco otorga autenticidad a cada una de las elaboraciones.
La carta de Le Japonais está compuesta por una amplia variedad de sashimis —de ventresca de atún, de pez limón o de salmón—. Que se pueden pedir en formato de media y ración completa o bien apostar por un surtido. Otra de las opciones son los nigiris, presentados en dos piezas, donde destacan el de quisquillas de Motril, de langostinos de Sanlúcar, de caballa o de vieira flambeada; los amantes del tartar también pueden disfrutar en este espacio con la versión de ventresca de atún con caviar o de jurela, entre otros. No podía faltar uno de los platos más clásicos: el kaisendon, un bol con base de arroz al que se le añaden pescados, en este caso, ikura, salmón, ventresca y lomo de atún. Las ostras cierran la oferta a la carta: se pueden tomar al natural, con ikura y vieira, y con salsa ponzu y yuzu.
Por su parte, aquellos que quieran ponerse en manos del sushiman podrán elegir entre distintas propuestas cerradas, que resumen a la perfección los distintos cortes y bocados que ofrece este puesto: menú aperitivo (45 euros) —una ostra, un maki y seis nigiris—, menú degustación (65 euros) —que incluye sashimi, maki, caldo osuimono y seis nigiris— y menú largo (90 euros) —con sashimi, hamachi, tartar, kaisendon, caldo osuimono y nueve nigiris—; todas estas opciones incluyen un postre de frutas infusionado en sake. Para maridar estos bocados, se propone
champagne, sake, cerveza, vino blanco o agua.
El detallismo está presente de principio a fin en Le Japonais: desde la propuesta gastronómica hasta la decoración, de carácter natural —bajo el sello del estudio de Javier Erlanz— y con un toque asiático acorde con el viaje sensorial que plantea para el comensal. Una propuesta culinaria de calidad dentro de un supermercado, que puede ser la pausa perfecta durante la compra para desconectar y disfrutar con personalidad.
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