Hay algunos riojas clásicos que resulta imprescindible probar aunque sea una vez en la vida.
Porque no son pocos los argumentos que distinguen a los riojas –en su conjunto– como un modelo de elegancia. No por otra cosa, durante décadas han sido el arquetipo del vino español de calidad. Con rasgos bien definidos que se asocian a la clase, potencia y finura en la expresión aromática. En un prodigioso balance de sensaciones que es la virtud más preciada que pueda atesorar cualquier vino. De allí que los buenos riojas –particularmente los tintos, mayoritarios en la región, aunque también los hay rosados, blancos, dulces e incluso espumosos–, puede ser intenso, sabroso y suculento, pero difícilmente claudicará al equilibrio, que es seña de identidad en este bendito territorio.
Bien es cierto que no todos los riojas son iguales. En las 65.000 hectáreas que comprende actualmente la D.O.Ca., la diversidad de suelos y microclimas da lugar a vinos con rasgos diferenciados. Y en la medida que viticultores y bodegas distinguen y valoran cada vez mejor la singularidad de cada parcela de viñedo, Rioja crece: es más rica y múltiple, con incontables vinos de pueblo, viñedos singulares, etc. El factor del origen ha sobrepasado la tradicional frontera de las tres subzonas: Rioja Alta, Rioja Alavesa y Rioja Oriental (antes llamada Rioja Baja).
Antes de irnos por las ramas –porque de Rioja siempre hay mucho que contar y debatir– nos centraremos aquí en los tintos clásicos de la región. No sin antes advertir que en Rioja, la diferencia entre modernos y clásicos no guarda relación con la antigüedad de las marcas o su trayectoria en el mercado. Ya que en la zona, ante el auge de nuevas tendencias, en distintos momentos de la historia, no fueron pocas las bodegas centenarias que olvidaron la tradición para abrazar metodologías y estilos en boga, incluso manteniendo las etiquetas de siempre.
Por eso, es oportuno señalar que entendemos como clásico riojano aquel tinto de perfil atenuado por una larga crianza en roble antiguo. Con color moderado y acidez viva, fruta discreta y confitada, complejo y elegante. Mientras que el moderno tiene un aspecto más vivaz y brillante, aromas de fruta nítida, mayor estructura y acentos especiados. Los que revelan el contacto con el roble nuevo (y tostado más intenso, generalmente). El paladar suele ser sabroso y suculento debido una extracción prolongada, cuando no por el origen de la fruta (generalmente, viñas viejas cultivadas en pagos privilegiados).
Dicho esto, vamos a nuestra selección de los seis tintos riojanos clásicos que consideramos que hay que probar al menos una vez en la vida:
López de Heredia-Viña Tondonia
DOCa Rioja
75 cl
PVP: 34,90 €
El vino más conocido de Viña Tondonia resume los principios de una familia que jamás se ha apartado de los postulados que instauró el patriarca don Rafael López de Heredia a la hora de definir los rasgos del «Rioja Supremo»: «un vino con la vocación de envejecer, pero siempre conservando juventud y vida». Entendiendo la tradición como la continuidad de un estilo, los López de Heredia mantienen los métodos de antaño. Vinificando en centenarios tinos de roble y empleando barricas viejas para las largas crianzas. Los paladares sensibles del mundo aguardan con paciencia la salida al mercado de sus nobles reservas, como este tinto del 2011, elegante y sedoso, complejo y con larga vida por delante.
La Rioja Alta, SA
DOCa Rioja
75 cl
PVP: 47,95 €
La bodega que establecieron en 1890 cinco viticultores vascos y riojanos en el Barrio de la Estación de Haro firma dos de los más excelsos grandes reservas riojanos de corte clásico, 904 y 890. Elaborados tan sólo en las mejores añadas, son tintos mayúsculos que se han convertido en modelo de excelencia en el contexto riojano y acrecientan sus virtudes tras décadas reposando en la botella. Por no incluir en esta selección dos vinos de la misma bodega, destacamos aquí el 904 de la añada 2011 –el último que ha salido al mercado–, que con su compleja expresión aromática y paladar delicado resume los rasgos de elegancia, equilibrio y longevidad que distinguen a este Gran Reserva.
CVNE
DOCa Rioja
75 cl
PVP: 65,25 €
Cuvée especialísima de la Compañía Vinícola del Norte de España que se elaboró por primera vez en 1920 para su exportación al mercado británico, Imperial «no es nuestro vino más antiguo ni el más popular, pero si el que supone más esfuerzo y exigencia desde un punto de vista vinícola y enológico», según puntualiza María Urrutia Ybarra, quinta generación de la familia fundadora de la bodega.
El Gran Reserva solo ve la luz en las mejores añadas, como este 2016, que resulta de una selección de racimos de cuatro fincas en Villalba y Torremontalbo. Atesora el perfil sedoso y elegante que ha dado fama a Imperial. Subrayado con finos taninos y una acidez bien conjuntada que le augura una extensa vida en la botella. En 2013, Imperial Gran Reserva 2004 fue el primer vino español que consiguió situarse en el primer puesto del Top 100 de Wine Spectator, la prestigiosa publicación vinícola estadounidense.
Bodegas Muga
DOCa Rioja
75 cl
PVP: 59,95 €
Bodegas Muga es una empresa familiar fundada en 1936 y asentada en el histórico Barrio de la Estación de Haro. En su gama conviven vinos de estilo variopinto, con alternativas todos los gustos: desde un modélico –y popularísimo– tinto crianza (Muga) y un Gran Reserva de de corte más tradicional, hasta una cuvée de perfil moderno y gran concentración (Torre Muga), otro rotundo, concebido para una larga guarda (Aro) y un nuevo tinto tono más ligero y contemporáneo (El Andén de la Estación). Aunque nuestro favorito es Prado Enea, un excepcional Gran Reserva de modelo clásico, concebido con métodos escrupulosamente fieles a la antigua tradición riojana. Tinto elegante, transmite potencia con sutileza y precisión. Memorable y longevo.
Herederos del Marqués de Riscal
DOCa Rioja
75 cl
PVP: 53,20 €
Los grandes reservas de la bodega que un buen día soñó Guillermo Hurtado de Amézaga y en 1858 hizo realidad su hijo Camilo siguen siendo una referencia cuando se piensa en el modelo de los clásicos de Rioja. Aunque en el caso de Riscal tradición e innovación siempre han ido de la mano: fueron los herederos del visionario marqués los que situaron a Rioja en la modernidad vinícola del siglo XIX, adoptando los métodos bordeleses, con el rigor necesario para consolidar la calidad y el prestigio de sus vinos.
El Gran Reserva 2017, 100% tempranillo de viñas viejas, hereda el buen hacer y la experiencia de dos siglos del oficio de estos viticultores alaveses. Considerando la inusitada capacidad de guarda de las añadas pretéritas que Marqués de Riscal atesora en su Botillería Histórica –algunas, del siglo XIX, aún se disfrutan con placer–, las garantías para conservar los vinos de esta casa son absolutas: pueden guardarse hasta la eternidad. Mientras el corcho aguante, vamos.
Marqués de Murrieta
DOCa Rioja
75 cl
PVP: 210 €
El venerable –y venerado– Ygay es seguramente el ejemplo más elocuente de cómo se puede intervenir en un gran clásico. Con el máximo respeto, de tal modo que matizando los detalles de su elaboración y crianza, la calidad se vea incrementada, aunque sin pervertir su esencia. Desde que en 1996 tomó las riendas de Marqués de Murrieta, Vicente Cebrián se abocó al reto de situar a una bodega tradicional de Rioja. Fundada hace más de 170 años, en la elite del vino mundial. Emprendiendo un proyecto ambicioso y modélico que tiene en el tinto Ygay una auténtica gema. La añada 2011, armónica, compleja y sublime, supera a la de 2010, que coronó el Top 100 de Wine Spectator en el año 2020. Fue el segundo vino español en conseguir esa proeza, tras el Imperial Gran Reserva 2004 que aquí también mencionamos.
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