En la mesa las Manzanillas y Finos pueden acompañar los platos que se han vuelto imprescindibles en estas fechas: mariscos y buenas piezas de pescado fresco. Los mariscos cocidos o con un ligero toque de plancha o a la sal, encuentran a su mejor pareja en estas variedades de Vino.
En muchos rincones del Mediterráneo, los días de fiesta son sinónimo de exquisitos platos de pasta muy cuidados, con toques de trufa incluidos, verduras de temporadas o marisco. También están las masas horneadas como las cocas, hojaldres y empanadas. Todas ellas son perfectas con Fino o Manzanilla en la copa.
El paladar y el aroma complejo de estos vinos nos ayuda a acompañar los tradicionales asados navideños de aves, en especial si van con guarniciones de verduras o tubérculos. Estos vinos, realmente especiales, son capaces de extraer y potenciar sin competencia todos los sabores de faisanes, pulardas, capones…
Irán a la perfección con las contundentes sopas si los días son fríos, como las de cocido o la tradicional sopa de cebolla francesa. Todas ellas suelen tener un imprescindible toque graso que contrasta con el carácter extremadamente seco de estos vinos.
Los mariscos de sabores intensos como las nécoras, navajas o centollos, así como los pescados azules, van muy bien con ellos.
Los asados de grandes piezas de vacuno, cordero o cochinillo parecen estar unidos a los grandes homenajes gastronómicos, y en Navidad estos no faltan. Los Amontillados resaltan todos los recuerdos tostados de estos platos y convierten cada bocado en una gran experiencia.
Las brasas armonizan estos vinos que en sí mismos ofrecen un final con cierto toque ahumado, con fondos tostados.
No hay que olvidarse de un Amontillado para acompañar asados de aves que tengan guarniciones o salsas de frutos secos o verduras asadas. También los asados de grandes piezas de pescados salvajes o los crustáceos con cierta elaboración como el txangurro.
En los menús de Navidad, muchos amantes de la cocina rescatan las olvidadas salsas del recetario clásico europeo, como holandesas, mousseline, rouille, duxelles, veloutés o bearnesas, aquellas salsas que nos transportan a mesas de otros tiempos y que son capaces de llenar de glamour platos de verduras, pescados y carnes. El carácter seco y el sabor complejo de un Amontillado aporta el justo contrapunto en el paladar para estas elaboraciones.
En las tierras de interior, los platos de caza ocupan también las mesas festivas. Esta cocina suele ser potente en el paladar y estos vinos le aportan un descanso a tanta intensidad por su alto contenido en glicerina. Parecen domar la potencia de una buena carne de caza.
También los platos con los diferentes cortes del cerdo ibérico, con su característica untuosidad en el paladar, van a estar muy bien equilibrados con estos vinos. Los olorosos y palos cortados van a potenciar los toques de monte y bellota de estos platos.
En la actualidad, las recetas, los ingredientes y los gustos no tienen fronteras, como nunca las han tenido los Vinos de Jerez, vinos con ADN viajero desde sus orígenes. Si somos atrevidos y nuestro menú de Navidad tampoco tiene fronteras, hay que tener en cuenta que los jereces acompañan muy bien aquellas cocinas que se han puesto de moda, como son las de Japón, Corea, Tailandia, México o Perú. En especial, los Finos, Manzanillas y Amontillados son el perfecto comodín para platos con picantes, ácidos fuertes, ahumados, agridulces y amargos.
Los olorosos, palos cortados secos y los vinos con un cierto toque dulce como los Medium o Cream, van muy bien con platos muy especiados; además, matizan los picantes, los hacen más suaves y elegantes.
Los vinos dulces son grandes vinos de postre, pero a los grandes vinos dulces de Jerez hay que darles también una oportunidad con platos salados. Un buen ejemplo son los platos del recetario clásico de caza que son tan habituales en las navidades centroeuropeas, platos que suelen ir acompañados con guarniciones de fruta en compota o caramelizada. En este caso, un Cream o un Medium aportan sus toques de fruta confitada o de fruta seca, como los higos o los orejones.
Son perfectos para el postre si la receta lleva chocolate negro como ingrediente. Es difícil imaginar un mejor punto final en la mesa. Acompañan muy bien la repostería tradicional, como los polvorones, mazapanes, turrones, troncos de Navidad….
Si no somos golosos, un Medium y un Cream acompañan a la perfección a quesos complejos al final de la comida.
La mejor recomendación es tratarlos por sí solos como un postre. Cuando llegamos al final de una comida o cena navideña, es fácil que no nos apetezca terminar con un postre y que un buen café y una copa de Pedro Ximénez o Moscatel sean el cierre ideal.
Por último, una recomendación fundamental: si estamos en invierno y tenemos las calefacciones y chimeneas a pleno rendimiento, hay que tener en cuenta la temperatura a la que servimos los vinos. No es necesario tirar de termómetros, pero es tan fácil como poner las botellas el día anterior en la puerta de nuestro frigorífico. Es preferible que los vinos estén fríos a que estén “del tiempo”. Un vino demasiado cálido tiene difícil solución una vez servido. Así que dejemos que la temperatura de la habitación y la tertulia se encarguen de que alcancen la temperatura perfecta.
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