España importa más de 200.000 toneladas de manzanas anuales, un 40% de todas las que consumimos. Una cifra nada desdeñable, porque las manzanas y la huella de carbono es un dato más a tener en cuenta en la lucha contra los gases de efecto invernadero.
Todo suma. Los datos los facilitaba recientemente AFRUCAT, la Asociación de Empresas de la Fruta de Cataluña. Francia, Italia, Portugal o Polonia son países desde donde llegan 10.000 camiones cada año, transporte que supone añadir 10 millones de kilos de CO 2 -dióxido de carbono- a la atmósfera. Sin embargo, la producción y consumo de las 500.000 toneladas de manzanas españolas contamina en la misma proporción que los árboles captan esa contaminación. Es decir, la huella de carbono que tiene lugar es casi nula.
Además de las consecuencias medioambientales que supone la importación de manzanas, comprar estas frutas foráneas resulta mucho más caro. Así, las manzanas Golden españolas cuestan sobre 1,5 euros/kg, mientras que las de fuera están por encima de los 3 euros/kg. Las Gala o las Fuji también tienen una diferencia de precio significativa que puede ir de entre 0,50 y 1 euro/kg.
Para FEPEX (Federación Española de Asociaciones de Productores Exportadores de Frutas) es posible cambiar esta situación y fomentar nuevos hábitos de consumo centrados en el producto local. Es decir, priorizar el consumo nacional de esta fruta en lugar de la de importación.
Priorizar los producto locales es esencial para apoyar la sostenibilidad del planeta. Además, la concienciación sobre la alimentación saludable y la preocupación por el impacto medioambiental ha aumentado en los últimos años. Gracias a esto el consumo de manzanas se disparó a más de medio millón de kilos en 2020.
La mitad de la población española está dispuesta a compra productos locales. Así se desprende del informe realizado por Ernst & Young sobre tendencias de consumo post-covid. Por ello los productores interpretan que en los próximos años el paradigma va a cambiar, incrementando el número de plantaciones y calidades con las variedades más nuevas del mercado. Esto permitirá luchar contra la despoblación de las zonas rurales, dando oportunidades a los jóvenes y asegurando el relevo en el campo. Y reducirá el impacto, como decimos, de las manzanas y la huella de carbono.
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