Marta Baquerizo es la enóloga de la bodega Belondrade, fundada por Didier Belondrade en 1994. El francés, enamorado de España tenía un sueño «Hacer un vino blanco en la tierra del Quijote». En 1996 salió al mercado la primera añada de Belondrade y Lurton, el vino emblema de la casa. En 1999 se hizo la bodega. Después llegaron Quinta Clarisa y Quinta Apolonia. Hoy venden a 28 países en el mundo. El 75% más o menos de la producción se queda en España. Una parte va a Holanda, Dinamarca, Suecia, Estados Unidos…
Para acompañarlo en esta aventura Belondrade, inconformista y apasionado, eligió a una joven enóloga, Marta Baquerizo, con la que compartía la forma de entender el vino. Desde el principio supo que ella le ayudaría a saltarse las normas, a fermentar sus vinos blancos en barricas sobres sus propias lías, sin importarla que la tildaran de loca, como a él.
Sus vinos sorprendieron al m ercado, elegantes, complejos y delicados, expresaban lo mejor de la tierra pero sin someterse a ataduras. Por fin había un vino blanco de guarda elaborado con una uva autóctona española. Después de 25 años, Marta y Didier brindan por el éxito. Les acompaña Jean, hijo de Didier y Brigitte Lurton, quien pertenece a una gran saga de bodegueros de Burdeos.
Nuestra forma de entender el vino. Desde el principio apostamos por la sostenibilidad, trabajando en ecológico. Nunca quisimos ser un vino de Rueda. Belondrade es una expresión propia y única de este terreno y de la uva verdejo. Creemos firmemente en la viticultura. Cada vino es diferente, pero en todos tratamos de dar lo mejor. Hay añadas especiales como el 2007 o el 2013 que se ajustan más a nuestro patrón, a nuestro gusto. Vinos frescos y atlánticos, pero no todos son así. Fermentar en barrica también nos permite hacer que el vino se exprese, que envejezca. Es una herramienta, no un capricho.
He hecho lo que creía que tenía que hacer. Cuando decidí estudiar enología había muy pocas mujeres, y menos aún españolas. La pionera, la primera en ir a la Escuela de Enología de Burdeos fue María Isabel Mijares. Yo coincidí con Natalia Magaña. Era un mundo de hombres y aún hoy lo sigue siendo pero las cosas han cambiado y siguen cambiando. Ahora ya no doy clase, pero poco a poco fui teniendo más alumnas. Ha habido un aumento muy importante. Pero el problema para las mujeres es siempre el mismo: la conciliación. Es lo más complicado. Y nosotras tenemos las cosas claras, la mayoría no quiere renunciar a los hijos.
No te sabría decir. Es muy complicado. Hombres y mujeres somos fisiológicamente diferentes, ni mejores, ni peores. Lo que puedo decir es que hay puestos en los que yo prefiero a mujeres, por ejemplo en la mesa de selección. Somos más detallistas, más finas, no se nos escapa una. Tal vez por eso cuando un vino es fino y elegante dicen que es un vino para mujeres, aunque yo no creo que el vino tenga sexo.
Para mi interpreta lo que le da la tierra, el enólogo interpreta desde el principio. Hay una parte de creación cuando se piensa un vino, pero lo importante es dejar que la tierra y la viña se expresen, saber sacarles lo mejor de acuerdo a una filosofía, a tú filosofía, a tú manera de entender el vino.
En general no he tenido problemas. Bueno, al principio tal vez. Era muy joven y se les hacía raro ver a una chavalita decidiendo lo que se hacía y lo que no. Pero enseguida me respetaron. El vino se hace en el viñedo y eso supone que la labor que ellos desarrollan en el campo, bajo mis directrices, es lo más importante. Mi trabajo sirve para engrandecer el suyo.
Rueda se posicionó en la calidad, primero y ahora está en la cantidad, en el vino comercial. Cada uno tiene que elegir su camino, el nuestro siempre ha sido diferente: vino de parcela. Quinta Apolonia y Quinta Clarisa no son Ruedas, fue una decisión que tomó Didier Belondrade. Y acertó. Rueda debería clasificar los terrenos, trabajar por la calidad, dejar que cada vino se exprese.
Didier lo entendió desde el principio. Tenemos la misma filosofía, una concepción del vino a la francesa. Apostamos por la fermentación espontánea con los riesgos que conlleva desde el punto de vista técnico, pero queremos que nuestros vinos sean así. Hay que mejorar a nivel vinícola, para que la tierra se exprese mejor.
Creo que parte de culpa es del sector. Se transmite que el vino es algo complejo, sobre todo cuando se habla de vinos de calidad. Nos olvidamos de que el vino es para disfrutar. No hay que beberlo como si te fueran a hacer un examen, hay que dejarse llevar, pasarlo bien. También la gente se queja del precio; no se dan cuenta de que es barato porque no conocen todo lo que hay detrás. El esfuerzo, el trabajo de tanta gente. Creo que esto está cambiando porque cada vez los consumidores se interesan más, visitan bodegas, ven el proceso y lo valoran.
Pues seguro champán, que va bien con todo. Algún sauvignon del Loira. Y un tinto de Portugal. Están haciendo grandes tintos además de los magníficos Portos.
https://www.formacionengastronomia.com/p/saber-disfrutar-del-vino-con-federico-oldenburg/
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