Estas son sólo una pequeña muestra, hay muchas más que también se merecerían su propio espacio y que sin duda están dando una nueva visión a la cocina, sala y también el sector primario en su conjunto de todas las Islas Canarias.
Las hermanas Viviana y Verónica Velasco llegaron desde su Venezuela natal a la isla de Gran Canaria con el firme propósito de dedicarse a su pasión, la gastronomía. Su propuesta gastronómica radica en la firme apuesta por llevar un plato de moda como es el poké a una situación de respeto.
Por ello su firme preocupación y esfuerzo a la hora de buscar productos frescos locales como pueden ser el atún o el pollo de corral, rodeándolo de la mejor huerta, todo ello sin dejar de mirar hacia el exterior a la hora de incorporar ingredientes que no crezcan en las islas pero siempre con la calidad como razón de ser.
En su carta, más allá de una amplia variedad de poké entre los que encontramos veganos, calientes y viajeros, el comensal tiene la opción de elaborárselo a su propio gusto. Pero la carta no se limita a los poké, en esta casa uno encuentra guiños a la llamada octava isla canaria, Venezuela, con platos típicos como los Tequeños, Empanadas Venezolanas y el Papelón, bebida típica local.
Marina conoció a Alejandro Sosa en Streetxo Londres donde ella era la jefa de cocina y él un miembro del equipo, el amor hizo el resto y ambos se han embarcado en plena pandemia en una aventura que les ha llevado a abrir su propio restaurante junto a los padres de él, Juan y Marisol, restauradores de larga y prestigiosa trayectoria en la isla de Gran Canaria.
De ahí nació La Solana Las Palmas, un restaurante ubicado en los bajos de un pequeño y coqueto hotel a los pies de la Playa de Las Canteras donde uno puede saborear platos tradicionales como son la ensaladilla rusa, empanadas de queso y tomate o el que puede ser uno de los mejores carré de cordero de la isla junto a elaboraciones más vanguardistas como son el pulpo a la brasa con ropa vieja de lengua curada, el pan bao de oreja crujiente con mojos agridulces o la carbonara de coliflor ahumada con tagliatelle de sepia y yema a baja temperatura.
La cocinera de los sueños por cumplir es como me gusta llamar a Dana Joher, dueña de Ave Pastelería Artesanal. En una tierra golosa por naturaleza como es la nuestra, llama poderosamente la atención la escasez de propuestas de alta pastelería con una calidad formativa y pensando en el producto como la base de todo.
Dispuesta a cubrir ese hueco llegó esta joven franco-libanesa afincada en la isla, que en únicamente 4 meses ha conseguido revolucionar el mundo pastelero de la ciudad, creando no sólo unos productos únicos en su establecimiento sino además entablando alianzas con algunos de los jóvenes chefs con más talento y futuro de la cocina canaria.
Sus croissants espejo del original francés, sus pasteles semifríos integrando producto local de temporada en cada momento o clásicos como el gofio. De destacar también sus tartas, que se alejan de lo habitual en Gran Canaria y están posicionando en tiempo récord a esta pastelería como un punto de visita imprescindible.
Teresa Moon nació en Corea del Sur, a los dos años se vino a vivir con sus padres a Gran Canaria, desde donde emigró al cumplir los 18 a formarse y trabajar por medio mundo. Estudió cocina (Le Grand Diplóme) en Le Cordon Bleu París, para posteriormente tras conocer el mundo de la cocina adentrarse en el de la gestión integral formándose en Les Roches Marbella dentro la Universidad de Dirección Hotelera.
Eso la llevó entre otras muchas cosas al mundo de la coctelería y a ser manager de bebidas en la cadena Ritz Carlton. Tras triunfar en este mundo se quedó embarazada y decidió que era el momento de volver a la que siempre consideró su casa, Gran Canaria, donde en compañía de su pareja han abierto un pequeño a la vez que coqueto restaurante de 5 mesas donde el Menú Omakase (ponerse en manos del chef, que le preparará lo mejor que tenga en la cocina) está causando furor en la oferta gastronómica de la isla, y además está enseñando al comensal que otra cocina japonesa es posible mucho más allá del sushi.
El atún, salmón o carnes se intercalan en su propuesta con productos como el pulpo, secreto ibérico y elaboraciones como las gyozas preparadas a cada mesa en el momento.
Alta coctelería a la hora de poder acompañar sus platos o una corta pero interesante propuesta de vinos donde las burbujas protagonizan los mismos con guiños a grandes referencias canarias y nacionales. Todo ello acompañado de un precio absolutamente sorprendente que está en 35€ el menú completo con bebidas aparte, quien va, repite.
Para muchos los Hermanos Padrón y su El Rincón de Juan Carlos es el mejor restaurante de toda Canarias. Ubicados en el sur de Tenerife han dado el salto a algo más que el asesoramiento en otros puntos hoteleros de las islas, están poniendo su impronta en el Hotel Santa Catalina a Royal Hideaway de Las Palmas de Gran Canaria.
Y a la hora de conseguir que todo salga con la perfección que su cocina requiere la jefa de cocina en esta sede es una joven cocinera, oriunda de la isla de El Hierro y que se está consolidando como una de las jóvenes promesas con más futuro de toda Canarias, consiguiendo para el restaurante un Sol Repsol en esta edición del 2021.
En estas líneas me gustaría tener un recuerdo hacia Ina León, la matriarca de la familia Padrón y artífice de muchos de los fondos que hoy en día presiden su cocina, que hoy goza de una más que merecida jubilación.
El talento de esta joven chef le ha llevado a replicar con una exactitud impecable los platos más icónicos de la familia Padrón en un menú que sirve de viaje por la última década de su cocina donde encontramos los imprescindibles “turrón de morcilla” o el “caldo de lentejas con ravioli de queso parmesano”, bocados que brillan con luz propia.
Colombia es la tierra natal de Cristyna Arteaga, Gran Canaria la isla que la enamoró y aquí se ha instalado trabajando como una pequeña hormiguita de manera autodidacta y creando una legión de seguidores de su cocina, donde lo saludable se funde con lo sabroso.
El nombre de su local, Llévame al Huerto, es toda una declaración de intenciones de lo que es su propuesta, arraigada en las frutas y verduras de temporada, con toques muy exóticos y viajeros a la hora de combinarlos con el mar y algo de carne, lo que menos, aportando más consistencia.
Casa donde el mar protagoniza lo mejor de sus platos con una firme devoción hacia el atún o el salmón como ingredientes principales en elaboraciones al wok o en plancha. Pero no son solo los almuerzos, Cristyna ha conseguido posicionar sus desayunos entre los más aplaudidos de la ciudad gracias a la contundencia y complejidad de los mismos que abarcan desde los bowls de fruta fresca local, hasta auténticos combinados donde las tostas compuestas con panes artesanales elaborados por las mejores panaderías de la capital sirven de base a desayunos que aportan y llenan de energía el cuerpo no hasta el almuerzo, sino hasta la hora de la cena.
En el sur de Tenerife la cocinera Rosalía Díaz decidió hace 2 años emprender su sueño en solitario de elaborar la cocina natal de su país, Perú, adaptada a la despensa de la tierra canaria que la acogió años atrás. Cocinera con una extensa formación y experiencia en restaurantes de gran prestigio de la isla, incluida las cocinas de Martin Berasategui ha conseguido demostrar a sus comensales la verdadera realidad y profundidad de la cocina peruana.
De reconocer y admirar su capacidad de resistencia en esta pandemia, donde a pesar de estar ubicado su restaurante en una zona eminentemente turística que está en un cero total, su buen hacer y el respeto al comensal local ha conseguido que su sueño siga adelante. Impagable la labor de dar a conocer la verdadera elaboración, riqueza gastronómica y raíces de platos tan mal adaptados y copiados como son los ceviches y tiraditos.
Todo ello basado en la fusión del mejor producto local, pero también la cuidada importación de los mejores ingredientes de la cocina peruana, traída desde su país de origen para cuidar la trazabilidad y origen de los mismos, evitando el conformarse con un producto de menor categoría al que requiere su cocina.
Crianza en dehesas y curación artesanal son la seña de identidad de este producto inigualable.
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